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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los abuelos

Confirmado oficialmente por un estudio de Política Social lo que ya casi todo el mundo sabía: que los abuelos y las abuelas, y en concreto 187.000 en Galicia, contribuyen decisivamente en tareas básicas para las familias, incluyendo la supervivencia económica en no pocos casos; solo falta que ese estudio se amplíe a lo que significa en términos de ahorro para las arcas públicas y así establecer con alguna exactitud su contribución al "Estado del bienestar". Y, así, comparar el trato que las Administraciones dispensan a esos actores a cambio de lo que aportan.

La simple lectura de las estadísticas contenidas en ese estudio, y que este periódico recogía el domingo, aporta confirmación a una sospecha también generalizada, sobre todo entre abuelos y abuelas. Y es que su esfuerzo, y su sacrificio -que se hace por los hijos/as y por las nietas/os y no para apoyar a ningún gobierno, del color que sea, porque todos hasta ahora los han olvidado, marginado o despreciado- merece en todo caso la gratitud de quienes se benefician directamente de la tarea y, por supuesto, otro trato de todos los que se ahorran enormes cantidades de dinero.

(Lo peor de todo es que ese dinero no se destina a los servicios sociales sino, en buena parte, a otras actividades directamente relacionadas con el oficio político. A esos que predicando la igualdad fomentan lo contrario, detentan privilegios retributivos y laborales y contribuyen a fomentar la idea de que la jubilación o la asistencia sanitaria no son derechos que, con sus cuotas, se han ganado los trabajadores, sino muestras de la "generosidad" del Estado, que repite a todas horas la imposibilidad de mantenerla, fomentando así los negocios particulares de previsión.

Ítem más. Lejos de mostrar al menos comprensión y flexibilidad ante los efectos que abuelos/as padecen al -muchas veces- sostener a sus hijos y nietos en lo material, y, por tanto, la necesidad de buscarse algún tipo de complemento, cuya percepción declaran a Hacienda y pagan impuestos, se les persigue con las tristemente célebres "campañas aleatorias de inspección" que la Administración ejecuta solo para recaudar más, sumando así con sanciones, en la mayoría de los casos desproporcionadas, lo que ahorran con los servicios prestados por los mayores).

Esta es la verdad, se diga por Agamenón o su porquero, y la saben la enorme mayoría de los abuelos y abuelas de Galicia, esas 187.000 personas que, después de toda una vida de trabajo, han de extenderlo, aunque de otra manera -a veces más dura-, a quienes no lo tienen, lo perdieron o no albergan esperanzas de conseguirlo a medio plazo. Y todo porque un gobierno considera que la macroeconomía es la madre de todas las ciencias y la otra, la micro o doméstica, algo susceptible de manejarse según las circunstancias aconsejen, y casi siempre metiendo miedo.

¿Eh?

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