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Las historias del Vigo negro

Hay un Vigo azul de filtros marinos y céltico. Un Vigo rojo, asociado al primer color en el interior de los dólmenes y a su bandera. Un Vigo blanco, el de las divinidades protohistóricas y la espuma atlántica. Pero también hay un Vigo negro.

No existe ciudad en el mundo que pueda estudiarse bien sin conocer su historia negra. Todas las metrópolis están marcadas por las crónicas negras de delincuentes célebres e historias salpicadas de sangre y miedo, casi siempre por la imposición del poder de un personaje y su aparición trágica sobre las mil caras de la muerte. La historia del Vigo negro, con frecuencia desconocida, es más vibrante que la que tiene renombre oficial, tanto en la Edad Media como en tiempos ilustrados e incluso hoy. También las gestas heroicas tienen sombras que fueron escritas con más relumbrón, de tal manera que la verdad quedó sepultada por las intenciones del escribano.

Habría que hacer un registro documental de nuestros famosos crímenes pasionales y políticos, así como los castigos en el rollo de justicia en Falperra, los duelos del honor o la incendiaria actividad corsaria viguesa. Comprender las peripecias del espionaje europeo en esta ciudad, los suicidios de personajes famosos, inhumar los cuerpos yacentes de pestes exterminadoras y conocer a los delincuentes célebres. Repudiar la quema de libros y publicaciones heréticas desembarcadas en el puerto o el papel de la Inquisición de la rúa Cruz Verde cuya actividad se guarda celosamente en el Archivo Histórico Nacional. En otra dimensión más profunda está la Memoria Histórica de las víctimas del franquismo.

No hay espacio para hablar de la larga historia oculta y dramática del Vigo negro. En los miradores de la Ciudad que hoy disfrutamos, todavía en el 1877 funcionaba el patíbulo en el Campo de Granada, en donde eran ejecutados los condenados a muerte mediante horca o garrote. En aquel Vigo negro, como en la mayoría de las villas y ciudades del país, la pena de muerte era un castigo cuya finalidad era la advertencia. Las otras horcas, en lo alto del castillo de O Castro, conocieron momentos de agobio.

En la época del frenesí burgués algunos caballeros aplicaban la justicia con sus propias manos, extendiendo elegantemente su capa para que la pisara la señora y degollarla después. Los archivos parroquiales vigueses contemplan historias crueles que en nada envidian a las despiadadas leyendas del viejo Londres o los refinados burdeles parisinos. Todo invita a crear un excitante recorrido por la historia negra de la ciudad a través de los escenarios en donde ocurrieron los melodramas más relevantes. La intriga y suspense de estas rutas del Vigo negro dependen de la fidelidad narrativa. Estoy seguro de que este programa de ocio alternativo cuanto más verídico sea más estremecedor y entretenido será. El gran Vigo negro aunque desconocido es apasionante.

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