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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Lo que pasa en Francia

La primera vuelta de las elecciones francesas nos ha traído el triunfo (relativo con un 23%) de Emmanuel Macron, un joven exdirectivo de la Banca Rothschild que fue ministro de Finanzas con el socialista Hollande. Un éxito que ha sido saludado con alzas en la Bolsa. Y además de eso, el fracaso de la derecha neogaullista de François Fillon, muy acosado por los escándalos, y del socialista Benoît Hamon, justamente las dos fuerzas que vertebraron el juego político en Francia desde hace treinta años. Luego están, fuera del esquema considerado normal, la izquierda insumisa del exministro socialista Mélenchon y la ultraderecha de Marine Le Pen. Una mayoría de analistas pronostican una arrolladora victoria de Macron en la segunda vuelta pues sería apoyado tanto por los votantes de la derecha neogaullista, por los socialistas y muy probablemente por bastantes de la Izquierda Insumisa ya que se presentaría a Le Pen como una opción cercana al nazismo.

Otra cosa serán las inminentes legislativas en las que la dispersión del voto hará que el partido de Macron no tenga mayoría para gobernar cómodamente. En más de una tertulia radiofónica he oído la insólita propuesta de trasladar al escenario político español los resultados de las elecciones francesas. Según ese juego de equivalencias imposibles, el ganador resultaría ser Ciudadanos y los principales derrotados el señor Rajoy y el señor, o la señora, que resulte victorioso de las primarias del Partido Socialista. En la misma línea, Pablo Iglesias con Podemos representaría el papel que hace Mélenchon con su Izquierda Insumisa.

Y queda- ría por asimilar el Frente Nacional de Marine Le Pen con un homólogo español que no existe dado que desde los tiempos de la Transición se dio por sabido que el partido que fundó don Manuel Fraga Iribarne fagocitó a los posibles votantes de esa opción política. Desde que tengo memoria de leer periódicos, el interés por las elecciones de los países vecinos (y muy especialmente de Francia) fue una constante durante la dictadura.

Aquí, cualquier intento de formar un partido político, o simplemente hablar bien de la democracia, podía ser castigado con penas de cárcel. Pero, en cambio, se toleraban las noticias sobre elecciones en otras partes del mundo. Una esquizofrenia, que era salvada con gran habilidad y buen estilo literario por un grupo selecto de enviados al extranjero como corresponsales. Muchos de los cuales, por cierto, ya habían destacado durante el periodo republicano. Recuerdo al respecto a doña Josefina Carabias (1908-1980) que hizo desde París y para los periódicos de la Editorial Católica unas estupendas y muy divertidas crónicas. A José María Massip (1904-1973), que después de ser exiliado en Filipinas regresó a la España franquista y destacó como corresponsal en Washington de ABC y de Diario de Barcelona.

Al gallego Felipe Fernández-Armesto, Augusto Assía, (1904-2002) del que se llegó a decir que fue el doble espía que engañó a los nazis sobre el lugar del desembarco aliado en Europa. A Carles Sentis (1911-2011), personaje ubicuo, que lo mismo aparece junto a Fraga en la famosa foto del baño de Palomares para desmentir el peligro radioactivo de las bombas norteamericanas, que como consejero del gobierno de Tarradellas en la Generalitat recobrada. Lo que pasa en Francia siempre interesa.

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