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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La proporción

A estas alturas hay pocos ya que discutan que la aritmética resulta una ciencia exacta quizá con la excepción de la que se aplica a la política. Y no porque sea diferente de la clásica, sino porque la segunda ofrece en su ejercicio tal cantidad de subterfugios que incluso hay en ella quien niega que dos y dos sean cuatro y se empeñan en adjetivar los sumandos para que parezcan otra cosa. Y lo mismo pasa, por ejemplo, con la estadística y la proporción, que se admiten como prueba de lo que se afirma o niega hasta que llega un político, asegura que "depende" y le chafa la sintonía al más pintado de los científicos.

Ejemplo de cómo a veces se pueden desmontar argumentos en apariencia irrefutables es, sin ir más lejos, la Sanidad pública en Galicia y sus cuentas. A partir de que está generalmente admitido que su calidad resulta excelente, los problemas empiezan cuando se pretende cuantificar sus servicios en términos de gasto: salen cifras tan imponentes que los responsables tratan de suavizarlas con la proporción y la comparación, la una, odiosa y la otra, relativa, como ha quedado dicho. Pero ambas útiles cuando a la autoridad política le conviene minimizar datos que o maximizarlos.

Un caso podría seguramente ilustrar mejor lo que se quiere decir. Hace poco se ha sabido que, hoy por hoy, en España de cada cien médicos internos y residentes, licenciados pero pendientes de cumplir los cursos que les dan acceso a la especialidad, tan solo tres eligen hospitales gallegos para inscribirse. Las causas pueden ser, y de hecho son, muy diferentes, aunque en su mayoría subjetivas, pero aún admitiendo incluso las que no lo son, quedaría demostrado que aquí pasa algo, en los estudios universitarios o los de postgrado -y en los centros también, por supuesto- que no acaba de funcionar como Dios manda.

El asunto, con estadísticas que se acaban de publicar, se relaciona de algún modo con otras noticias, algunas de ellas de suficiente entidad como para haber merecido comentario y explicación sanitaria, pero cuyos responsables se limitaron a tratar de pasar desapercibidos. Como si eso fuese posible cuando dos consellerías desconfían, las de Facenda y de Sanidade, hasta el punto de que la primera le coloca auditores a la segunda en las siete áreas que regenta. Y eso se sabe justo después de otra, la que habla de un desfase de 400 millones en el Sergas, en el que el corneta de guardia también tocó silencio.

El último relevo en la consellería encargada de velar por la Salud pública gallega confirmó que algo falla ahí. Nadie quiso entrar en detalles, y la rumorología -debidamente autorizada, claro- se limitó a hablar de "descontento" por la forma de organizar el traslado y la puesta en marcha del nuevo Hospital de Vigo. La sustitución provocó esperanza, y, de hecho, eliminó casi totalmente la tensión en el "Cunqueiro"; pero no parece seguir el mismo camino, o acaso esa sensación se deba solo a que no haya obtenido el "plácet" de quien debe dárselo.

¿Eh...?

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