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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El preaviso

Sin el menor ánimo de presumir, porque hay cosas que ven hasta los que carecen de visión, lo que este periódico ha estado advirtiendo desde hace algún tiempo es ya todo un solemne y formal preaviso. Más de trescientos empresarios catalanes y valencianos se han reunido en Tarragona afirmando que "presionaran al Gobierno de España" para que se de prioridad absoluta a lo que llaman corredor mediterráneo ferroviario de alta velocidad. Se entiende que cuando hablan de presionar lo más probable es que incluyan su demanda en el paquete de la negociación que ambas partes -Madrid y Barcelona- dicen que abrirán en cualquier momento.

Traducido ello al román paladino, es que los empresarios levantinos entienden por prioridad el que aunque falte dinero para llevar a cabo su proyecto exigirán de Moncloa que lo saque de debajo de las piedras. Y como es casi seguro que si le pagan bien los del PNV apoyarán los Presupuestos, la única piedra que va a quedar con partida asignada es la gallega. De tal modo que, como tanto de advirtió, el tramo final del AVE a Galicia corre el riesgo manifiesto de quedarse para vestir santos o, lo que sería peor, en una chapuza de vía única entre Taboadela y Ourense.

En este punto, conviene subrayar que mientras los empresarios catalanes y valencianos van a lo suyo, que es obtener un lícito negocio, los gallegos siguen transitando por los cerros de Úbeda, y de vez en cuando acuchillándose entre sí para ver quien lleva el pendón de su cortejo o discutiendo sobre la identidad del párroco y los monaguillos. Es la vieja historia de las "fuerzas vivas" gallegas, que a la hora de la verdad están más muertas que el moro Muza.

Hay ejemplos. No hace demasiado tiempo la CEOE aconsejaba a los poderes públicos que dedicasen todo su tiempo y su esfuerzo económico e imaginativo en inversiones para la zona del Levante español, porque decían que, salvo excepciones muy contadas era lo más rentable para el país. La CEG solo aportó una tibia -que más bien parecía medrosa- protesta por la estrategia que dibujaban sus mayores, pero ni su calibre, ni su tamaño, ni su blindaje tenían las medidas necesarias no ya para infundir miedo sino siquiera para producir respeto.

Por eso, en opinión de quien esto firma, la actitud de los defensores del corredor ferroviario mediterráneo hay que tomársela muy en serio. Para ser exactos como un preaviso de los que marcan el inicio de la cuenta atrás y conseguir sus propósitos; aquí, y a falta de patronal mínimamente eficaz, habrá de ser la Xunta quien proteja los intereses generales de este antiguo Reino. A ver si es capaz.

¿ No...?

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