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OPINIÓN

Soledad y sociedad líquida

Desde hace una década, las estadísticas de población revelan un notable incremento de los hogares unipersonales. Cada vez más gente vive sola. Una parte de este aumento es atribuible al envejecimiento de la población y las consiguientes situaciones de soledad tras la muerte de uno de los cónyuges. Y podrían ser más si no fuera porque, en muchos casos, la imposibilidad de algunos hijos por "abandonar el nido" provoca que muchos mayores sigan viviendo en compañía. Estas situaciones conllevan una situación de pobreza encubierta. Mayores de 50 años viviendo con sus padres porque no han conseguido independizarse de manera permanente (y el colectivo seguirá creciendo). Tampoco se debe olvidar que la gran mayoría de los mayores, alrededor del 80 %, prefiere vivir solo. Otra cosa son las situaciones críticas que puedan tener lugar cuando se plantea un problema de salud, con la consiguiente hospitalización y el complicado regreso al hogar en condiciones de soledad. Algo a lo que cada vez se trata de atender más desde los trabajadores sociales del sistema de salud.

Mucho más notable es el aumento de hogares unipersonales de menores de 50 años, en la mayoría de los casos, hombres. El colectivo de jóvenes que viven solos aumenta sin parar, de mano de una mentalidad individualista en combinación con unas peores condiciones para lograr una independencia que pudiera contemplar una vida compartida a largo plazo. Además, internet favorece la construcción de un entorno social virtual que, siendo muy importante para comunicarse, genera la ilusión de tener una realidad social que, en casos de crisis, no es una fuente confiable de ayuda. No hay que olvidar tampoco que gran parte de este colectivo de 'jóvenes' está compuesto por varones de mediana edad que han pasado por un proceso de divorcio o separación, sin tener hijos a su cargo. Un dato lo resume todo: el paso de un tamaño medio del hogar de tres personas a menos de dos y media en una década.

Así las cosas, todo indica que las estructuras familiares también están -parafraseando al reciente mente fallecido Baumann- en estado de 'licuefacción', como el resto de la sociedad. Todo es más fluido, efímero. Las estructuras sociales, políticas, económicas y familiares se funden como la cera. Parte de ellas se evaporarán y de entre todas las nuevas formas de relacionarnos con nuestro entorno otras tomarán el lugar de las anteriores. A toda reestructuración le precede una etapa de caos y diversidad. Estamos en ello. Tendremos que buscar otros motivos y medios para compartir nuestra vida con otras personas. Y puede que ya los estemos encontrando sin saberlo.

* Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación, doctor en Sociología y experto en demografía.

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