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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los salarios

A poco que se analice con cierta calma, no resulta fácil explicar el motivo por el cual, según las estadísticas y desde hace mucho -casi desde siempre-, los salarios gallegos están por debajo de la media española. Y no solo porque hay comunidades que tienen un tejido socioeconómico más débil que esta, sino también porque su "esqueleto" empresarial es superior a otros que pagan mejor, según datos recientes y fiables.

Uno de los últimos estudios recoge informes referidos al año anterior que muestran que el salario medio de los trabajadores gallegos creció medio punto por debajo de la media estatal. Lo que no significa, desde luego, la ruina para decenas de miles de familias, pero por supuesto sí que supone una desigualdad que se explica mal y se entiende peor, sobre todo desde las palabras de los responsables del área en la Xunta, y prueba que en ese terreno se fantasea a discreción.

Es cierto, desde luego, que este antiguo Reino tiene una estructura compleja que da como resultado a veces cifras engañosas. Y también lo es que en el cálculo de las medias salariales "tiran" mucho hacia abajo las retribuciones en actividades claves como la agraria o la del sector lácteo, que empujan a la media como un lastre casi insoportable. Pero eso, en vez de justificar, aumenta la sensación de que aquí alguien va de farol.

Algunos observadores, y probablemente con más razón de la que le conceden diversos "expertos" de los bastantes que se consideran tales, llevan mucho tiempo insistiendo en que esa realidad no tiene tanto un origen coyuntural, como predican aquellos, sino estructural. Y que, además, se debe a la mala orientación y probablemente pésimo ejemplo de las centrales sindicales y la patronal.

Y es que, a la hora de fijar los salarios, y aparte la normativa vigente, son esas organizaciones las que se encargan de negociar, muchas veces en términos de choque. Y muy mal ejemplo aportan quienes, como en Galicia, están en quiebra aparte de en guerra civil, como la CEG, o prestos a levantar al personal excitando sus ánimos con verdades a medias como los supuestos males de la reforma laboral o prácticas vinculadas a partidos políticos y sus programas según el modelo sindical.

Otros, en lugares distintos, hicieron y hacen las cosas mejor, y probablemente por eso entre otras causas -como la de tener gestores más hábiles en ese terreno- saben sacar mejor fruto de circunstancias parecidas en todas partes, pero no siempre tratadas de igual modo. Por eso las cuentas finales son las que son, en cuanto a nivel salarial y creación de empleo. Y la conclusión suena a Pero Grullo, pero es así.

¿Eh...?

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