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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

La gripe, ayer y hoy

La gripe o gripa es una enfermedad infecciosa aguda causada por un virus. La palabra gripe deriva de la francesa grippe (del suizo-alemán grupi), que significa "acurrucarse". También se denomina influenza, procedente del italiano, que tiene su origen en la concepción medieval de que estaba provocada por la influencia (influs) de los astros. Es una enfermedad que se repite periódicamente desde hace siglos con un cuadro clínico variable y con síntomas similares a los de otras enfermedades infecciosas, todo lo cual dificulta su identificación precisa en las descripciones antiguas. Hoy se sabe que la variabilidad expresiva es debida a que las propiedades del agente patógeno y el estado inmunitario de la población cambian en el transcurso de los años. La similitud de las manifestaciones con otras infecciones, como la difteria, el dengue o el tifus, concurre a la complejidad interpretativa de los cuadros clínicos de la enfermedad referidos con anterioridad. Algunos hechos parecen evidentes. Los síntomas de influenza ya fueron descritos por Hipócrates hace 2.400 años, se correspondieron con la epidemia narrada por Tucídides (460 a.C. - ¿396? a.C.) y parecen identificarse con las epidemias desarrolladas en Inglaterra, en 1529, con la denominación de "sudor inglés". Desde 1510 se han relacionado al menos 31 pandemias de gripe. Ente ellas la primera con registro fue la de 1850, que se inició en Asia y se extendió a Europa y África. Especialmente virulenta fue la de 1830-1833, ya que afectó a una cuarta parte de la población expuesta. La llamada "gripe española" de 1918 fue la de mayor alcance, la más devastadora y la más letal. Se produjo entre 1918 y 1919 y fue mal llamada "española", ya que no se originó en España pero se denominó así porque mientras en España se publicaban los datos de la enfermedad, el resto de las naciones los ocultaban por la censura impuesta en la "primera guerra mundial". La tasa de infectividad de la gripe de 1918 fue altísima, alcanzando hasta el 50% de la población expuesta, y tuvo la agresividad viral mayor jamás conocida. Tal extremo se ha podido comprobar en la actualidad, mediante la aplicación de nuevas técnicas biología molecular en muestras recuperadas de entonces. Estas peculiaridades, unidas a que de forma simultánea se declararon otras plagas e infecciones secundarias, ocasionaron el mayor holocausto médico de la historia, contabilizando hasta 50-100 millones de personas fallecidas. Además, la mortalidad de esta pandemia afectó sobre todo a jóvenes, con un 99% de las muertes por debajo de los 65 años y más de la mitad entre los 20 y los 40 años. La mayoría de estas muertes fueron ocasionadas por neumonía bacteriana, además de múltiples infecciones, pero el virus también mató directamente. Las autoridades sanitarias y los médicos se sintieron totalmente impotentes. El pánico fue inmenso y progresivo. Se cerraron las instalaciones públicas y se llegó a extremos inusitados, tales como dejar los cadáveres sin enterrar abandonados en sus casas. Otras pandemias posteriores, como la "gripe asiática" (1957) o la "gripe de Hong Kong" (1968), no fueron tan devastadoras, pero también provocaron millones de muertos. En 2009 surgió una alerta de "pandemia en curso", que a pesar de su amplia distribución tuvo una mortalidad baja. En esta pandemia de 2009, la alarma sanitaria mundial creada, las decisiones tomadas, la falta de transparencia y las recomendaciones proporcionadas fueron problemáticas y muy cuestionadas.

En el momento actual España sufre una epidemia estacional de gripe. Las clínicas y los hospitales se ven abrumados por el gran número de de enfermos que acuden a ellos. A su vez, la epidemia causa un importante absentismo laboral y escolar, con pérdidas de productividad. Los servicios de salud de las comunidades autónomas se ven sobrecargados. En Galicia el número casos se ha multiplicado en las últimas semanas lo que, unido a las infecciones respiratorias agudas, conlleva a una marcada elevación del número de urgencias, extrahospitalarias y hospitalarias. De estas, una proporción significativa de pacientes necesitaron ser ingresados e incluso requirieron asistencia en cuidados intensivos. De los ingresados, un alto porcentaje tenía factores de riesgo, patologías previas o edad superior a los 65 años. Solo la mitad de estos estaban vacunados. Varios pacientes han fallecido. Estamos por lo tanto ante un grave problema de salud pública y con importantes repercusiones económicas, que cada año se repite con virulencia distinta, y que justifica la oportunidad y el interés de que tratemos el tema, aunque sea a grandes trazos. Además, dada la baja cobertura alcanzada de vacunación, queremos poner de relieve que la inmunización es la forma más eficaz de prevenir la infección y que su universalización, al menos en niños, ha de ser considerada.

Los virus de la gripe circulan por todo el mundo y pueden infectar a personas de cualquier edad. En los climas templados las epidemias estacionales se producen sobre todo durante el invierno. En las regiones tropicales pueden aparecer en cualquier época del año. Hay tres tipos de gripe estacional: A, B y C. Los virus gripales de tipo A se clasifican en subtipos en función de las diferentes combinaciones de dos proteínas de la superficie del virus (H y N). Entre los muchos subtipos de virus gripales A, en la actualidad están circulando en el ser humano virus de los subtipos A (H1N1) y A (H3N2). En la temporada 2016-17 predomina hasta ahora mismo el A (H3N2). No obstante, otros virus A y B circulantes causan brotes y epidemias. Es por lo que en las vacunas contra la gripe estacional se incluyen las cepas apropiadas de virus A y B. Los virus de tipo C son menos frecuentes y causan infecciones leves sin apenas impacto en la salud pública. El virus se transmite con facilidad de una persona a otra a través de gotículas y pequeñas partículas expulsadas con la tos o los estornudos. El virus también puede propagarse a través de las manos infectadas. El mayor riesgo de transmisión es para las personas cercanas. La propagación es más fácil y rápida en los entornos de personas agrupadas como las escuelas o las residencias asistidas. El periodo de incubación (tiempo entre que uno se infecta y aparece la enfermedad) suele ser de dos días. La gripe puede afectar gravemente en cualquier edad, pero el mayor riesgo corresponde a las embarazadas, los niños de 6 meses a 5 años, los ancianos, los pacientes con enfermedades como VIH/sida, asma, enfermedades respiratorias crónicas o cardiopatías crónicas, y los profesionales sanitarios.

La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre alta, tos (que suele ser seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. Los síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica. Sin embargo, el malestar o algún síntoma, como la tos, pueden ser intenso y durar más de dos semanas. Para el diagnóstico existen pruebas rápidas de laboratorio, pero la generalidad de las veces se establece de acuerdo a criterios clínicos. La mayoría de los pacientes se recuperan en tres días, sin necesidad de tratamiento. Los medicamentos antivirales se recomiendan a pacientes de alto riesgo, idealmente dentro de las 48 horas del inicio de los síntomas.

El modo más eficaz de prevenir la enfermedad es la vacunación. Hace más de 60 años que se vienen utilizando vacunas seguras y eficaces. Las vacunas antigripales son más efectivas cuando hay una buena correspondencia entre los virus circulantes y los presentes en la vacuna. Por ello, dada la naturaleza cambiante de los virus de la gripe, el Sistema Mundial OMS de Vigilancia y Respuesta a la Gripe (GISRS) hace un seguimiento constante y actualiza la composición de las vacunas antigripales dos veces al año. La vacunación en los ancianos puede ser menos eficaz, pero reduce su gravedad y la incidencia de complicaciones y muertes. La vacunación es especialmente importante en las personas que corren mayor riesgo de sufrir complicaciones de la gripe y en aquellas que viven con paciente de riesgo o que los cuidan. En atención a estas consideraciones, la OMS recomienda la vacunación anual en: las mujeres embarazadas en cualquier etapa del embarazo; los niños de 6 meses a 5 años; los ancianos (> 65 años); las personas con enfermedades crónicas; y los trabajadores de la salud. Las recomendaciones de vacunación del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, de la Campaña de Vacunación antigripal 2016 del Sergas y del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) se corresponden en lo esencial con las de la OMS, si bien no se extienden a todos los niños entre 6 meses y 5 años, sino que se limitan a los de alto riesgo de presentar complicaciones derivadas de la gripe. Según el CAV-AEP la vacunación universal de todos los niños precisa estudios de eficiencia y coste-beneficio, si bien lo califica de medida recomendable si los padres lo solicitan y su pediatra lo considera conveniente. Hay varias vacunas antigripales inactivadas y recombinantes inyectables y una vacuna con virus atenuados en espray nasal. Según su composición, existen vacunas trivalentes (dos subtipos A y uno B) y tetravalentes (dos subtipos A y dos B), todas ellas autorizadas en España, si bien la tetravalente inyectable no ha sido distribuida por el fabricante para esta temporada.

En el Reino Unido, Finlandia, Canadá, Israel, Austria, Estonia, Letonia, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia y Malta está instaurada la vacunación antigripal universal de todos los niños sanos a partir de los 6 meses de edad. La vacunación infantil no solo protege a los niños, sino que también es la medida más efectiva para reducir la carga global de gripe en adultos, de manera especial en los mayores de 60 años. Varias razones avalan la vacunación pediátrica. La gripe, entre los menores de 5 años, afecta cada año a 90 millones, provoca 10 millones de neumonías y mata a 100.000. La gripe provoca sobreinfecciones bacterianas, de forma singular infecciones de oído y de otras mucosas. Los niños preescolares y escolares son los principales vectores diseminadores de la infección en la comunidad. La razón está en que la mitad de los niños son asintomáticos o cursan con enfermedad respiratoria leve que no hace sospechar la gripe, y estos están en estrecho contacto con otros familiares y excretan el virus durante un periodo más largo. En EEUU de Norteamérica se recomienda la vacunación anual de rutina contra la gripe a todas las personas, niños y adultos, a partir de los 6 meses de edad, salvo que tengan contraindicaciones específicas. La vacunación para la prevención de la gripe en todos los adultos sanos, si bien no se asocia a eventos adversos de importancia, tiene un efecto moderado en la reducción de los síntomas y en los días laborables perdidos, por lo que su utilización universal ha de ser refrendada.

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