Es época de compras. No lea a Descartes antes de salir de casa o luego en los grandes almacenes será usted una duda con piernas, indeciso ante un abrigo azul y un abrigo negro. No pocos dependientes son expertos en olfatear la duda en un cliente. Y van a por él y son capaces de venderle un astrolabio o un azogue sin que a usted le haga ninguna falta ni una cosa ni la otra. Una vez un dependiente me ofreció a buen precio una estrófa inédita de un villancico. Estuve tentado de adquirirla, pero me imaginé a mí mismo en familia haciendo el ridículo. O sea, cantando un villancico que nadie conocía y al que le faltaban estrofas. Le pregunté: ¿no tiene por ahí un estribillo aunque sea de segunda mano? Me dijo que lo tendría que inventar yo. Me vi incapaz y salí corriendo, que es lo que hay que hacer ante una oferta dudosa. Se empieza comprando un trozo de villancico y se acaba no dando las buenas tardes. Ni de comer a los patos.

Es época de compras. No empuje. No pierda la paciencia en una cola. Emplee ese tiempo en escribir aforismos en el teléfono o en ponerse gracioso en el grupo de WhatsApp de antiguos alumnos. No dé conversación a desconocidos. Por lo general son gente que está deseando trabar cierta amistad para pedirle que por favor le ceda el turno, que tienen mucha prisa. Si por el contrario tiene la mala suerte de encontrar a un conocido que no tenga prisa y coincida con usted en una cola, mantenga la calma. No le diga ¿cómo va todo? porque corre el riesgo de que se lo cuente con detalle. No le cuente que ha encontrado un chollo, irá luego a decir por ahí que usted está en las últimas y que no tiene ni para comprar regalos. No comente el tiempo, debería haber aprendido a estas alturas que cualquiera sabe mucho más que usted sobre borrascas, cambio climático, lluvias y pantanos. Sobre hectómetros cúbicos y anticiclones, también.

Es época de compras: trace un plan. Es decir, cámelese con anticipación a alguien que las haga por usted. Da igual que sea su pareja, su hermano o padre o un familiar. Procure ofrecerle a cambio algo que no pueda rechazar y que le libre del engorro de mirar y remirar, de meterse en bullas, desesperarse por no poder aparcar y cazar dependientes reticentes de contrato navideño. Es época de compras. Y yo con estos pelos. Es época también de ir a la peluquería. Y de fiestas. No descarte nada.