La cultura metropolitana no la dan las urnas sino la experiencia de gobernanza supramunicipal y la voluntad de convivencia, para planificar estrategias de desarrollo del territorio metropolitano. El logro de estas estrategias integrales no puede verse mediatizado por las constantes reservas y trifulcas políticas que pueden entorpecer el futuro funcionamiento del Área Metropolitana de Vigo (AMV), cuando no crear la inestabilidad del marco institucional. Quien piense que tras las siglas AMV están las de Bienvenido míster Marsall, para que puedan resolverse los contenidos del futuro de los municipios que rodean a la ciudad de Vigo, desconoce el amplio panorama tan diverso y a veces contradictorio que existe en este tipo de relaciones municipales. Pero para canalizar el consenso hay que reunirse y poner en marcha el procedimiento esencial de trabajo. No existe otra solución constructiva que no sea la del entendimiento en el seno del AMV.

La Xunta de Galicia tiene la obligación de garantizar al funcionamiento del AMV en virtud de la ley aprobada en el Parlamento que otorga la responsabilidad determinante del poder autonómico. Por otra parte, la constitución del AMV y su puesta en funcionamiento es obligatoria para todos los municipios afectados. Ningún partido político debe crear inestabilidad en este marco metropolitano y mucho menos estimular una crisis de legitimidad institucional. Nos felicitamos que se orille la solución judicial de un recurso al tema transporte que hay que resolver internamente y con racionalidad política dentro del mismo barco. Nadie debe quedarse en tierra, pues el barco tiene bastantes camarotes para discutir la variedad de soluciones que están esperando su negociación dentro de la política metropolitana, para resolver el problema de billetaje y movilidad de los usuarios urbanos y metropolitanos, en donde todos los municipios todavía tienen cabida.

No es comprensible la demonización política que sufre el AMV por el poder autonómico creando esta crisis de legitimidad institucional. Tampoco es perceptible que el AMV pueda ser el "laboratorio" en donde se pretendan experimentar los mecanismos del dominio de la opinión pública, teniendo en cuenta que la metrópoli es el lugar en donde el conflicto político adquiere mayor visibilidad. El Ejecutivo de Galicia está influyendo directamente sobre instituciones del Estado, a través del Delegado de la Xunta, requiriendo la no asistencia de ciertos alcaldes al organismo metropolitano.

El Área Metropolitana de Vigo y la Xunta de Galicia deben sustituir las relaciones de conflicto por políticas de diálogo y compromiso compartido. Ante nosotros está el reto histórico de ser capaces de diseñar estrategias nacionales e internacionales, sólo alcanzables en espacios de consenso y concertación con los agentes económicos, institucionales y sociales del territorio metropolitano. Cualquier tipo de desafío o negligencia política puede echar abajo el gran proyecto histórico.