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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La distancia

Vista desde el "pueblo llano", como se llamaba hace tiempo a la "gente corriente", Galicia sigue haciendo honor a su leyenda de hechos cuasi milagrosos. Incluso en el terreno de lo medible, que es donde dice el refrán que hay muy poca cosa opinable y que sin embargo aquí, a través de los años, se vuelve paradoja. Y no solo porque, como se ha dicho ya alguna vez, la micro y la macroeconomía van cada una por su lado, sino porque aquí la realidad se camufla con gran facilidad.

Y no se trata de una exageración y menos aún un dato de esos que quienes gobiernan descalifican como demagógicos. A cualquiera que lo haga incluso bebiendo en las fuentes informativas gubernamentales ha de parecerle casi un milagro que los empresarios multipliquen por cuatro sus beneficios en un año, mientras el salario medio solamente crece un 0,86 por ciento.

Los hay que ante eso que otros llaman prodigios explican esas cifras -oficiales- alegando que es posible que la enorme distancia entre patronos y empleados se deba quizá a que desde el inicio de la crisis 199.000 gallegos en edad de trabajar se marcharon para hacerlo en otros sitios. Y entre eso y otros movimientos de población, las estadísticas facilitan más maniobras de camuflaje, algunas estrepitosas.

Dicho de otro modo, y desde luego como opinión personal, hay mucha gente que tiene claro que entre la realidad y la fantasía inducida existe no ya la distancia alegada, sino aún mayor. Con otra característica: a pesar de ello, cuando llegan las elecciones y salvo en alguna extraña ocasión, quienes gobiernan se llevan a su molino el agua de los votos. Y además, de sobra.

Los politólogos -o así- suelen explicar tan extraña paradoja -que los oficialistas rechazan negando la mayor, o sea, que exista esa distancia- subrayando que se produce primero por la atomización de sus opositores y la inviabilidad de sus ofertas, junto todo ello a la plena evidencia de que el país ha mejorado bastante desde que se declaró oficialmente terminada la crisis.

No es que sea una tesis brillante la que manejan a modo de consuelo las izquierdas, pero algo de eso debe haber cuando, verbigratia, la Xunta presume de que "en Galicia baixan os impostos" en determinados aspectos tributarios los contribuyentes han de pagar un cuarenta por ciento más en acciones, bonos, etcétera. Lo cual, en el fondo, debería mover a la admiración: el PPdeG ha modificado eso de que para vencer hay que convencer: no siempre, si se sabe "interpretar".

¿Eh...?

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