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De vuelta y media

El Comité de Cooperación Intelectual

Gallástegui, Marescot, Bóveda, Millán, Zbarsky, Fontoira, Poza, Huesa, Adrio, Paredes o Lescaille convivieron en esta singular entidad

Los comités locales de cooperación intelectual se propagaron con enorme rapidez por toda España poco después de instaurarse la Segunda República. Fernando de los Ríos, aquel gran ministro de Instrucción Pública que entendió la cultura como palanca del cambio que necesitaba el país, avivó cuanto pudo aquella iniciativa singular.

La presentación oficial se llevó a cabo en Madrid a principios de febrero de 1932. Pocas semanas después, Vigo, Santiago, A Coruña y Lugo constituyeron los primeros comités gallegos.

El Comité de Cooperación Intelectual de Pontevedra no germinó hasta algunos meses después, pero cuando se puso en marcha lo hizo con una fuerza inusitada que superó pronto las expectativas abiertas.

A primeros de septiembre de 1932 empezó la campaña de captación de asociados por medio de boletines de inscripción. Desde el Liceo Casino hasta el Círculo Mercantil, pasando por Recreo de Artesanos o el Centro Obrero, todos prestaron su apoyo incondicional. Los periódicos locales hicieron lo propio y hasta el Café Moderno se dejó engatusar por aquel soplo juvenil de aire fresco y colaboró mucho a su divulgación y expansión.

Con la cultura y solo la cultura en su sentido más amplio como bandera, la entidad naciente se abrió de par en par a todos los pontevedreses de cualquier ideología y condición, chicas incluidas "cuenten o no entre sus familiares con algún asociado". El Comité de Cooperación Intelectual resultó una excepción frente a aquel veto sexista tan extendido entre las sociedades recreativas.

El boletín de inscripción no establecía ningún requisito especial, salvo el pago de cinco pesetas mensuales para acceder a todas sus actividades. La cuota se consideraba excesiva; desde luego no estaba al alcance de cualquier bolsillo. Sin embargo, el recibo bajaba a una peseta para estudiantes y obreros, que ya era una cantidad más asequible.

Aquella crítica hizo mella y la cuota se rebajó más tarde a la mitad; es decir a 2,50 pesetas mensuales.

El popular Hotel Palace acogió el 23 de septiembre de 1932 su constitución oficial y enmarcó la firma del manifiesto fundacional por parte de dieciséis conocidos pontevedreses: Cruz Gallástegui, Emilio Quiroga, Bibiano F. Osorio-Tafall, Bernardo Salom, Enrique Barreiro, Álvaro Gil, Joaquín Pintos, Celestino Poza, Eliseo Vilanoba, Luciano del Río, Evaristo A. Mosquera, Octavio Pintos, Javier Andrade, Enrique V. Lescaille, Gonzalo Martín y Juan Vidal.

A partir de aquel día, el número de inscripciones no paró de crecer, hasta llegar a los ciento cincuenta socios en su primer mes. Una relación aleatoria de sus nombres más conocidos demuestra hoy que el Comité de Cooperación Intelectual de Pontevedra constituyó entonces el lugar de encuentro más plural de esta ciudad durante el período republicano. A saber:

Enrique Marescot, Abraham Zbarsky, Alejandro Bóveda, Celestino Fontoira, Antonio Baeza, Luís Esteban, Benigno Rey, Valentín G. Prieto, José Adrio, Pío Cribeiro, Ricardo Prieto, Claudio Losada, José B. Sanromán, Rafael Areses, Antonio Hereder, Javier Gastañaduy, José Gay, Francisco Tilve, Carlos Lino, Celestino Poza, Luís Huesa, Manuel Artime, Isidoro Millán, Germán Adrio, Enrique Paredes, Manuel Cabanillas, Hernán Poza, Leonardo Enríquez y un largo etcétera.

Entre las primeras mujeres estaban Carmen Barreiro, Regina Mosquera, Josefa C. Monteagudo, Aurora Poza, Pura Couto, Electra Poza e Isabel Mosquera.

No eran todos los que estaban, pero estaban todos lo que eran. Lamentablemente esa cohabitación no duró mucho tiempo y los unos acabaron por convertirse en enemigos de los otros, con el resultado final tristemente sabido.

Luciano del Río Besada fue su presidente y el objetivo inicial del Comité de Cooperación Intelectual de Pontevedra pasó por la organización de un acto cada quince días. Ese ritmo de programación tan exigente solo pudo mantenerse durante el primer año.

Federico García Lorca y Regino Sainz de la Maza protagonizaron los actos más destacados de aquellos primeros meses. Ambos mantuvieron una relación de colaboración muy estrecha con los comités gallegos, a cuyas llamadas respondieron siempre con su presencia de manera entusiasta.

Lorca pronunció el 19 de noviembre de 1932 una conferencia sobre la pintora María Rodríguez Cueto, de nombre artístico Marie Blanchard. Y De la Maza ofreció un concierto el 18 de enero de 1933, tras posponer unas semanas su actuación por otros compromisos. Poesía y música se dieron la mano en dos memorables actuaciones que acogió el cine Coliseum.

Todo el año 1933 resultó, en general, muy fructífero para el Comité de Cooperación Intelectual, que anunció a bombo y platillo un ciclo de conferencias a cargo de Ramón Otero Pedrayo, Alfonso Castelao, Bibiano Fernández Osorio-Taffal, Jiménez de Asúa y Pío Baroja. Alguna de ellas nunca llegó a confirmarse.

Una expectación más que considerable despertó el 15 de abril de aquel año la presencia Francisco Iglesias Brage. El aviador ferrolano gozaba de una enorme popularidad tras su gesta aérea del vuelo transoceánico Sevilla-Bahía con el "Jesús del Gran Poder", su famoso monomotor.

El capitán Brage preparaba por aquellos días una expedición por el río Amazonas, el proyecto científico más relevante que impulsó la Segunda República. Brage llegó a Pontevedra procedente de Cataluña, donde explicó su alcance y recibió tratamiento de "huésped oficial" por la Generalitat. Finalmente la expedición nunca llegó a realizarse por imponderables diversos.

El comité pontevedrés también encontró tiempo para el disfrute compartido de algunas excursiones. Una huella inolvidable dejaron en todos los participantes sendos desplazamientos durante el verano de 1934 hasta el arenal de A Lanzada y la isla de Ons.

La excursión para tomar el sol en A Lanzada el 16 de julio, día del Carmen, incluyó una pequeña travesía en velero desde Villalonga hasta La Toja por deferencia de Eladio Gutiérrez. A media tarde los participantes hicieron un alto en Sanxenxo y cuentan las crónicas que una vez allí "la gente joven bailó alegremente" hasta el regreso a primeras horas de la noche.

Este primer viaje dejó tan buen sabor de boca, que poco tiempo después se organizó otra excursión, con la isla de Ons como destino. Eso ocurrió el 6 de agosto y el farero dio tratamiento vip a sus visitantes, como requería la ocasión.

El Comité de Cooperación Intelectual de Pontevedra resultó, en suma, una experiencia en cierto modo insólita, que fue bonita mientras duró. Pero no tardó mucho en frustrarse por el devenir político que derivó en la Guerra Civil.

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