Antes de que existiera la planificación metropolitana las grandes ciudades absorbían a los municipios contiguos convirtiéndolos en barrios. La anexión de Bouzas y Lavadores a Vigo se produjo en tiempos singulares, aunque el viejo estilo de anexión de municipios contiguos, al estilo Madrid y Barcelona, son operaciones que hoy se descartan. Lejos queda el siglo XIX, cuando las rivalidades y el patriotismo local de ayuntamientos cercanos pudo haber sido la causa del gran incendio del Archivo Municipal de Vigo (1825), en el que desaparecieron miles de documentos históricos, títulos de derechos y hasta el documento original del Consejo de Regencia de España, que concede a la Villa de Vigo el título de Ciudad (1810).

Hoy corren otros tiempos en que los diversos municipios conviven en la misma nave hacia el mismo futuro. Una cosa es anexionar dos municipios y otra es levantar la línea que los delimita, con una política de integración metropolitana, en donde cada concejo pueda seguir teniendo sus propios órganos de poder, pero sus competencias pueden ser mancomunadas con un nivel de eficacia superior y más barata. La fusión a la vieja usanza o anexión de municipios, tal y como propone la Xunta, no resuelve su futuro, sino que reafirma la vieja política de cabildos municipales clientelares y dependientes del Poder. Los intereses de los concellos que integran el Área Metropolitana de Vigo (AMV) se miden a través de otros valores y estrategias municipales conjuntas, como el transporte público integral, una superior calidad pública en la sanidad y educación, la seguridad o la planificación urbanística.

La anexión de concellos no es una suma técnica de habitantes y superficies edificables, como parecen defender algunos núcleos empresariales ante la Xunta de Galicia. No hace falta anexionar por decreto para buscar suelo industrial, y me refiero a Mos, pequeño municipio asentado en un cruce de carreteras que aportaría suelo industrial y 15.000 habitantes a Vigo. El mismo planteamiento existe en la relación de Nigrán con Baiona y Gondomar. La actividad metropolitana y el tiempo será el mejor camino para lograr la integración natural de los municipios.

Las fronteras de las competencias municipales se convertirán en una especie de territorialidad líquida, en la que cada corporación municipal podría aplicar una política conjunta y solidaria metropolitana con todas las consecuencias, con fronteras municipales innecesarias, porque la Metrópolis sería una enorme unidad distrital descentralizada. El AMV tendría una única administración, pero con diversos entes administrativos que podrían gestionar todos los servicios, llegando a suprimir definitivamente las líneas rojas de división administrativa intermunicipal, sin necesidad de poner sobre la mesa el decretazo de la fusión de municipios. Vigo, en sus más de 3.000 años de historia, es una de las ciudades europeas que mayor continuidad ha mantenido en su proceso de desarrollo. El futuro de la gran metrópolis radica en tener gobernantes con altura de miras, que tengan una idea integral de esta Ciudad Global para los próximos 25 años.