Concluye un absurdo ciclo que durante casi un año mantuvo la incertidumbre y obligó a asumir los límites de un gobierno en funciones. Recuperada la normalidad en la gobernanza del país, se inicia una nueva etapa que ha de transcurrir por un camino lleno de escollos, encharcado, bacheado y en ocasiones bordeando precipicios.

A este desafiante reto ha de enfrentarse el nuevo Gobierno diseñado por Mariano Rajoy y formando un equipo que no presenta sorpresas significativas, porque como era de esperar, Rajoy apostó por la continuidad, manteniendo a siete miembros del anterior gabinete, aunque creando cierta expectación con la incorporación de María Dolores de Cospedal, que hipotéticamente se dice que no sintoniza con la vicepresidenta y, sobre todo, por la duda de si el perfil del nuevo Ejecutivo se inclina hacia una tecnología menos acorde con las exigencias del diálogo, porque no olvidemos que el conjunto ministerial tendrá que bajar a los ruedos para una lidia del diálogo negociado exigido cuando se gobierna en minoría.

Sus 85 diputados mantendrán al PSOE como líder de la oposición, pero tratándose de un partido en estado caótico y con fuertes tensiones internas, no es aconsejable hacer vaticinios sobre su actuación. Todavía hay ciertas posibilidades de que retorne Pedro Sánchez, principal responsable de la actual descomposición de su partido y que, si así fuese, cerraría todas las puertas del entendimiento. ¿Volveríamos a tener que pensar en nuevas elecciones?

En el otro pilar de la oposición de izquierda, extremista y antisistema, las descalificaciones no solo se dirigen al Partido Popular, sino que alcanzan al PSOE, porque claramente quieren arrebatar a la veterana formación creada por otro Pablo Iglesias el liderazgo de la izquierda, cuyo talante progresista reclaman en exclusiva. Claro que el concepto de progreso tiene un amplio componente subjetivo, como ejemplarizan Venezuela o Grecia. Por otro lado, el futuro de Podemos presenta ciertos nubarrones al aflorar discrepancias entre Iglesias y Errejón y porque, pese a ser novatos en la palestra, ya se ven salpicados por casos como el injustificado montón de dólares venezolanos que recibió Monedero sin propósito de compartir con el fisco o, más recientemente, con un pingüe y rocambolesco affaire con viviendas de protección oficial. Igualdad y fraternidad, porque hay igualdad en acciones corruptas y se traman con fraternas relaciones del grupo.

El acuerdo firmado con Ciudadanos -nada menos que 150 puntos- hace que, si no hay desvíos de lo pactado, esta formación política reme en la misma dirección que el Gobierno, sin que por ello tengan que renunciar a puntuales objeciones.

Finalmente, a la incógnita del PNV, le sigue la rotunda obstrucción de las minorías extremistas y separatistas. Es quizás el augurio más fácil.

Sabido que el presumible apoyo de Coalición Canaria y Ciudadanos no da al gobierno la mayoría suficiente para sacar adelante sus iniciativas, es evidente la necesidad de otros consensos. Y de nuevo la llave está en manos de PSOE que, sin dejar de ejercer con firmeza la oposición, con responsabilidad política y seguramente ayudando a su recomposición debiera prestarse a algún acercamiento; máxime teniendo en cuenta que su anterior acuerdo con Ciudadanos coincide, en un 70%, con el que ahora obliga al gobierno.

La unánime repulsa de la oposición al perfil continuista del nuevo Ejecutivo me parece cuestionable. Sin duda habrá que cambiar y mejorar decisiones del Gobierno que ahora cesa; pero no se debe ignorar que puso fin al alarmante incremento del paro, entrando en una senda de significativo crecimiento del empleo y que nuestro crecimiento económico es superior al de la media comunitaria. Estos logros y el obligado cumplimiento con Bruselas requirieron la aplicación de medidas impopulares no deseadas por tirios ni por troyanos. Las amputaciones son dolorosas, pero si salvan vidas, hay que hacerlas.

Con estos ingredientes hay que afrontar retos como la aprobación de los presupuestos, las leyes de sanidad, educación y relaciones laborales, la problemática de Cataluña y cumplir con Bruselas; objetivos que hacen apasionante el cambio de ciclo. Y para que las pasiones no sean dramáticas es imprescindible estar a una altura de miras superior a los perjudiciales intereses partidistas. Que así sea.