Ageitos es un apellido que, en la comarca barbanzana y, en concreto, en Santa Uxía de Ribeira (se me rebelan los dedos cuando, sobre el teclado del ordenador, escribo Ribeira con "b") guarda una entrañable historia de amor-odio con la mar. Pero especialmente con la pesquería del bacalao, a la que Santa Uxía aportó lo mejor de sus profesionales de la pesca, cuando esta se realizaba allá por los año 50 del siglo pasado, a la "pareja" (dos barcos en arrastre a la par) con larguísimas campañas que retenían a los tripulantes no menos de seis meses en aguas tan duras como las de Terranova (Saint-Pierre et Miquelon, el archipiélago situado frente a las costas canadienses de la propia Terranova fueron como la segunda casa para centenares de marineros gallegos, especialmente de Ribeira, A Pobra y Boiro) o Groenlandia.

Eran tiempos en los que había que ganar tiempo precisamente para suministrar "hojas" de bacalao a los secaderos de veteranos salazoneros como la sociedad Pérez Colomer, Hermanos, herederos del primer bacaladero (año 1883) instalado en esta banda de la ría arousana y que fue Emilio Colomer Soler, y Tomás Bussoms Masscláns, cuya primera factoría o secadero se instaló en Banda ó Río, barrio ribeirense entre las playas de Colomer (donde estaba uno de los dos secaderos de la familia del mismo apellido, el otro estaba en Aguiño) y que se trasladó posteriormente (años 60, aproximadamente) al lugar de O Queiro, en la carretera que une a Ribeira con su parroquia de Martín. Una cuarta factoría , la de Coimba, se instaló en la otra banda de la ría: Vilaxoán. Y entre todos controlaban la industria bacaladera que, años atrás, estaba en manos de los secaderos escandinavos.

Tuve la suerte de conocer a Jesús Ageitos -y sus dos hijos, Jesús y Francisco, que nunca quisieron saber nada de la pesca del bacalao- y mantener con él largas parrafadas en su casa de Padín (Ribeira). Fue un veterano patrón de parejas bacaladeras cuando reinaban en los mares nórdicos los barcos (inicialmente "bous") de compañías de prestigio internacional como PYSBE (Pesquerías y Secaderos de Bacalao) con sedes en Pasajes de San Juan (emporio de los marineros gallegos) y Ferrol; COPIBA (Compañía de Pesca e Industrias del Bacalao, Sociedad Limitada) y PEBSA (Pesquerías del Bacalao, Sociedad Limitada), que tuvo su sede -hasta la quiebra de la empresa- en el puerto de A Coruña, próxima a la actual fábrica de hielo.

Ageitos relataba en una ocasión, como con nostalgia, el tiempo de los tabeiróns, buques de pequeño porte y gran resistencia -los famosos barcos de madera con hombres de acero- a una climatología absolutamente adversa y a pesar de lo cual, en función de la capacidad del barco y la suerte del patrón, llegaban a realizar hasta siete mareas o estancias en el mar, desde la salida de puerto tras las fiestas de Reyes Magos, al regreso al mismo puerto en las fechas de Navidad.

Muchas casas unifamiliares de la comarca barbanzana deben a la pesquería del bacalao la posibilidad de su construcción. Desde Ribeira (sigue resistiéndose la "b") a Taragoña, por la antigua carretera a Padrón y Santiago de Compostela, centenares de casas multicolores podrían hablar de cómo el bacalao, ya como pesca y posterior tratamiento a bordo, ya como producto para vender a todos los suministradores nacionales tras el proceso de secado u oreo en las parrillas expuestas al viento y el sol del nordés en Ribeira, Aguiño, Vilaxoán (y antes en Insuela-Palmeira) fueron los verdaderos cimientos de las mismas y, a la vez, una prueba fehaciente de cómo el mar, la pesca, asientan comunidades, fijan poblaciones y dan vida y dinero a los habitantes de las distintas comarcas.