La constitución definitiva de la Pediatría en España tuvo lugar en 1886, año en el que, por real decreto de 16 de septiembre, se le confirió categoría de saber especializado y se creó en Madrid la primera cátedra de Enfermedades de la Infancia y con ella una Clínica de niños. Las condiciones de la clínica eran tan precarias que uno de sus médicos, José de Letamendi (1828-1897), la calificó de "mazmorra". Él mismo se encargaría de mejorarla. A esta primera cátedra universitaria se unirían, entre 1887 y 1888, las de Santiago, Barcelona, Valencia, Granada y Sevilla. La labor de estas cátedras fue muy eficaz y en ellas se instituyeron centros asistenciales pediátricos. El primer establecimiento hospitalario fue el Hospital del Niño Jesús de Madrid y los consultorios iniciales fueron los llamados "de Niños de Pecho" o "Gotas de Leche". Los médicos que trabajaron en estas instituciones germinales fueron los pediatras de la primera generación. La segunda etapa de la Pediatría española contemporánea, denominada de "entreguerras", correspondió al período histórico entre la primera Gran Guerra de siglo y la Guerra Civil de 1936, en el que prosiguieron su labor los creadores de la especialidad e iniciaron su quehacer los pediatras de la segunda generación. A ellos se debió el desarrollo y auge de la pediatría durante este período y son muchos los hechos que lo confirman. En 1914, se celebró en Palma de Mallorca el I Congreso Español de Pediatría, organizado por Andrés Martínez Vargas; aparecieron las primeras revistas y se editaron libros pediátricos; se incrementó el número y eficacia de las "Gotas de Leche"; se modernizaron las Casas de Expósitos y las Casas Cuna; se creó la Escuela Nacional de Puericultura, a iniciativa de Enrique Suñer Ordoñez, y se fundaron las primeras Escuelas Provinciales de Puericultura; se instituyeron los Servicios de Higiene Infantil y los Dispensarios de Puericultura en cada provincia y se creó el Cuerpo de Médicos Puericultores del Estado; se dictaron leyes de protección a la infancia y se hizo real la tutela jurídica del menor. Durante esta etapa el autor tiene noticia de dos pediatras ourensanos. El primero fue Alvaro Bobillo Bobillo, que ejerció en nuestra ciudad entre 1928 y 1934, año en que se trasladó a Madrid, donde fue "vilmente asesinado por los marxistas del Ateneo Libertario" -según rezaba su propia esquela-. El segundo, Leoncio Areal Herrera, que se estableció en Ourense el año 1930.

La tercera etapa de la Pediatría española, que sería la primera de la actual, se inició en 1936 y se desarrolló bajo la dictadura del general Franco. Durante la misma fueron varias las disposiciones tomadas, entre otras: la promulgación de la Ley de la Sanidad Infantil (1941) y la instauración del Seguro Obligatorio de Enfermedad (1942). El Seguro no se extendía a toda la población y no incluiría la Pediatría hasta 1950, con el tope asistencial de los 7 años de edad.

Durante este periodo de tiempo ejercieron la especialidad inicialmente en Ourense, en diferentes momentos y con distintas responsabilidades, el ya mencionado Leoncio Areal Herrera, y Federico Martinón León, Julio Freijanes Malingre y Alberto Fábrega Santamarina.

Así las cosas, llegaron en unos años en que inicialmente no existía seguro de enfermedad y después este no incluía a muchas personas que no tenían medios económicos para pagar al médico ni la medicación. Los médicos, en muchos casos, terminaban la carrera con algo de ciencia en la cabeza -la que podían enseñarle sus maestros en la Facultad, con su escasez de docentes y recursos-, algo de práctica y habilidad -las que aprendían en el Hospital, que eran muy contadas-, unos pocos libros -bastante desfasados- y una combinación de miedo y valentía para vérselas con los enfermos. No obstante, las carencias personales y las asistenciales eran suplidas por el esfuerzo continuado de esos profesionales sanitarios, que se las arreglaban para ir adquiriendo la capacidad necesaria para establecer el diagnóstico -en muchas ocasiones, después de una consulta gratuita- y facilitar los medicamentos -unas veces a base de las muestras de los específicos y otras con dinero de su propio bolsillo-. Y por si fuese poco, al no existir guardias médicas establecidas ni servicios de urgencias, ¡la jornada era ininterrumpida durante todo el día y la noche (Faro de Vigo, 30.09.2011)!. Algunos médicos, unos pocos, por su propia iniciativa, y con la ayuda y sacrificio de sus familias, acudían a los pocos centros de especialización existentes en España, e incluso daban el paso de formarse en instituciones extranjeras, tal es el caso del pediatra al que hoy dedicamos este artículo.

Julio Freijanes Malingre fue un insigne pediatra y salubrista, nacido en Ourense el 11.11.1899, donde falleció el 15.1.1991, a los 91 años de edad. Realizó con brillantez la carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid, en la que se licenció en 1921. En la misma, superó los cursos del doctorado. Recién licenciado se adscribió como clínico al Hospital del Rey y a la Cátedra de Enfermedades de la Infancia, siendo titular Enrique Suñer Ordóñez, destacado pediatra, escritor y político. Precisamente, a instancias de Suñer, en esta facultad se fundó la Escuela Nacional de Puericultura en 1923, donde Freijanes continuó su actividad y formación hasta 1925, es decir, un adiestramiento inusitadamente largo y concienzudo para aquella época. En 1925 ingresó por oposición en el Cuerpo Médico de Sanidad Nacional y en la Escuela Nacional de Sanidad, en la que obtuvo los títulos de Puericultor y Epidemiólogo del Estado, con lo que iniciaba una doble orientación profesional, la de pediatra y salubrista, complementarias en sí mismas y que habría de seguir a lo largo de su trayectoria profesional. Ese mismo año fue nombrado Jefe Provincial de Sanidad de Guadalajara, cargo que desempeñó durante dos años. En 1927 obtuvo una Beca de la Fundación Rockefeller que le permitió trasladarse a Estados Unidos, a la Johns Hopkins School of Hygiene and Public Health, en Baltimore, Maryland y en la que obtendría su Diploma de Salud Pública. En 1928 regresó a España y retomó sus obligaciones en Guadalajara. Con posterioridad fue nombrado jefe de Sanidad, primero en Lérida (1929) y después en Lugo (1932), donde permaneció hasta 1938, en que se le sometió a un expediente político por el que fue desterrado a Astorga, donde se afincó con su familia hasta 1941. Este mismo año fue repuesto en la Escala Nacional de Sanidad y regresó a Ourense, donde fue nombrado jefe provincial de Sanidad, desde 1957 hasta 1969, año en que se jubiló. En dedicación simultánea con la sanidad pública estableció su consulta privada de Pediatría en febrero de 1942, manteniendo una intensa y fructífera actividad hasta 1965, en que entró en vigor en Sanidad el sistema de dedicación exclusiva.

Ya en Ourense, obtuvo el título de Especialista en Pediatría -hasta entonces oficialmente inexistente-mediante una certificación, en 1949, de Francisco Zamarriego García, sucesor de Suñer. Al tiempo completó cursos de ampliación y actualización de la Cátedra de Pediatría de Santiago, que ostentaba Manuel Suárez Perdiguero. Participó activamente en las actividades de la Sociedad de Pediatría de Galicia (Faro de Vigo, 29.22.2015), de cuya Junta Directiva fue elegido vocal en 1953 y Tesorero en 1956. Destacó entre sus aportaciones una sobre "coriomeningitis linfocítica".

Su hijo Julio Freijanes Parada, medico endocrinólogo, describe así la actividad de su padre: "Eran largas horas de consulta, seguidas de visitas a domicilio, hasta después del anochecer, en una práctica médica sin hospitales pediátricos, difícil de imaginar hoy día. Había una gran proporción de niños con enfermedades infecciosas, en las que los cultivos y el microscopio, familiares desde su estancia en la Escuela Nacional de Sanidad, le fueron de gran utilidad, en una era anterior al desarrollo de los antibióticos. Era muy frecuente la tuberculosis y aparecían numerosos casos de meningitis y la temible poliomielitis. Es de comprender su entusiasmo cuando a principios de los sesenta, desde el Instituto Provincial de Higiene, pudo dirigir y participar en la vacunación antipolio de toda la provincia, sin apenas carreteras rurales, parroquia por parroquia, casa por casa de una población tan diseminada". Con todas estas actuaciones es indudable que contribuyó a disminuir la morbi-mortalidad en Ourense.

Un hito a señalar en la medicina de Galicia fue el ocurrido el 16 de febrero de 1945, cuando Freijanes, después de una interconsulta con Gumersindo Fontán Maquieira-entonces pediatra gallego de referencia-, trató con penicilina, conseguida en la vecina Portugal, a un recién nacido con onfalitis y septicemia. Era la primera vez que se administraba penicilina a un niño en Galicia. El paciente era Francisco Cachafeiro Baeza y, gracias al tratamiento, se recuperó totalmente. Su familia, en agradecido reconocimiento, obsequió a Freijanes y a José Rodríguez Portugal (médico que también había intervenido en la cura), con sendas placas de plata y obsidiana que incluían en altorrelieve uno de los frascos de penicilina. Según me dice uno de los hijos de Freijanes: "Hace tiempo que del frasco con su tapón de goma, se ha ido despegando la etiqueta de papel con menuda literatura inglesa".

Sus hijos y muchos de sus pacientes, que aún viven y lo recuerdan, lo describen como un hombre de gran bondad y humildad, con riguroso ejercicio del deber y agudo sentido el humor. Fue un lector apasionado y selecto. Tuvo como gran afición la pesca de la trucha. Estuvo casado más de sesenta años con María Paz Parada Pumar, una de las pocas mujeres médicos de su época y la primera en colegiarse en Ourense. Tuvieron nueve hijos, de los cuales solo uno, Julio, siguió sus pasos en la Medicina.

El que les escribe, cuando primero se estableció en Ourense como pediatra y más tarde asumió la Jefatura de Pediatría del CHOU, tuvo la fortuna de conocer y tratar a Julio Freijanes Maligre. En esos años ya no ejercía la Pediatría, pero indudablemente en él subyacía una gran sensibilidad pediátrica por lo que siempre estaba dispuesto a colaborar y apoyar sin reservas nuestras actividades y participaba en las mismas después de jubilado. Recuerdo cómo, cuando teníamos que recurrir a medicamentos extranjeros, él nos daba todo tipo de facilidades para su adquisición e incluso nos facilitaba la traducción de las fichas técnicas. No olvido su interés por el cumplimiento de los programas de vacunación infantil y el registro de vacunas, cuando aún gran parte se administraban costeadas por los familiares y, por supuesto, no existía ningún tipo de informatización. Yo lo recuerdo como un hombre de apariencia seria, maduro, riguroso y exigente, porque lo era, pero a la vez receptivo, afable y flexible, y con la fina ironía que solo tienen los inteligentes.

Julio Freijanes Malingre fue un pediatra sólido e íntegro, al servicio de los niños ourensanos y de la sanidad pública ourensana, que merece mucho ser recordado y reconocido. Y por supuesto, no puede ser olvidado en la historia de la Pediatría de Galicia. En cualquier caso, en 1982, la Sociedad de Pediatría de Galicia le otorgó el título de de Socio de Honor y muy pronto figurará en el próximo número de Cuadernos de Historia de la Pediatría Española.