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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Gallegos de izquierda, votos de derecha

Pronostican los augures del CIS una desahogada mayoría absoluta a Alberto Núñez Feijóo el próximo día 25, pero eso ya no es noticia, sino mera costumbre. Lo verdaderamente notable es que los gallegos entrevistados al efecto se confiesan en su mayoría de izquierdas, aunque repriman ese impulso para votar al candidato de la derecha. Lo mismo que decimos una cosa, hacemos la otra.

Efectivamente, más de un 45 por ciento de los consultados dice profesar ideas de izquierda o de centroizquierda, frente al modesto 26 por ciento que cree militar en la derecha o el centroderecha.

Cuestión distinta es el voto, que con las cosas de comer no se juega. Cuando se les pregunta a quién piensan dar su papeleta en las elecciones de fin de mes, 45 de cada 100 tanteados por los encuestadores declaran su preferencia por el partido conservador de Feijoo. El resto se reparte entre el 20 por ciento que obtendrían por igual el PSOE y En Marea; y el residual 5 por ciento que le tocaría al otrora floreciente Bloque.

El misterio del comportamiento político de los galaicos excede, por su complejidad, el ámbito de los encuestadores y aun el de los teólogos. Ni el más sutil experto en el dogma de la Santísima Trinidad estaría en condiciones de descifrar, desde luego, la contradicción manifiesta entre el 45,6 % de gallegos que se declaran de izquierdas y el 44,9 % que, según la misma encuesta, va a votar a la derecha.

Quizá sin proponérselo, los analistas del Centro de Investigaciones Sociológicas hayan contribuido a resolver el enigma del gallego en la escalera que tanto intriga a los restantes españoles. Gracias a los sorprendentes resultados del sondeo, queda claro que los vecinos de este reino pueden subir y bajar al mismo tiempo cualquier escalera para asombro de quién se cruce con ellos en el rellano.

Puestos a buscar explicaciones a esta paradoja, podría conjeturarse la posibilidad de que los gallegos sientan con el corazón -que está a la izquierda- pero voten con la cabeza y el bolsillo como, por otra parte, suelen hacer la mayoría de los restantes europeos. Los alemanes llevan años votando a Merkel y los británicos han pasado de Cameron a May sin cambiar ni una pizca de sus hábitos conservadores.

Algo influirá, además, el concepto que sus gobernantes merezcan a los gallegos. Ahí ya concuerda bastante más la opinión con la intención de voto. Tanto da si de izquierdas o de derechas, un 34,6 por ciento de los consultados reputa de buena o excelente la gestión de Alberto Núñez Feijóo, frente al 29,3 que la considera mala o pésima.

Más revelador aún es el dato de que un solo un 23,3 por ciento perciba como mala o muy mala la situación general de Galicia, en desconcertante contraste con el 53,4 por ciento que ve con pesimismo la situación de España. Como si fuesen lugares distintos y hasta distantes.

No faltará quien piense que todo este surtido de datos lógicos y contradicciones proporcionado por el CIS obedece a la tópica complejidad de carácter que se atribuye a los galaicos: o que es fruto de la pertinaz duda existencial que los aflige.

Más sencillo que eso, lo que probablemente ocurre es que los gallegos no son de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario. Quizá con algún asombro, los encuestadores del CIS se han limitado a constatar que con los gallegos ya se sabe que nunca se sabe.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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