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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El impulso

Una de las teorías que ha desencadenado la reciente encuesta del CIS, que reproduce una intención de voto en el caso de terceras elecciones muy parecida a la de las dos anteriores, es la de que los comicios de Galicia y Euskadi tendrían una importancia mayor que la teórica. Y de esa forma podrían ser la palanca que rompiese el bloqueo político actual en el caso, muy improbable, de que el pacto Rajoy-Rivera no llegase a buen puerto o resultase insuficiente para la investidura.

Y es que la gente del común, que suele considerar el del CIS como el mejor de los sondeos hechos aquí, se ha contagiado de la desconfianza que despertaron los demás por sus resultados y ya los mira con recelo. Sobre todo cuando, como este, se hacen tan poco tiempo después del único que importa, que es el recuento de las urnas. Y por eso pocos se creen que otros comicios lo dejarían todo casi igual que los anteriores.

Quizá por eso varios analistas de nombradío creen que Galicia y Euskadi serían el termómetro de cómo piensa y siente el electorado antes de una hipotética repetición de las generales. Cierto que cada una de las dos tiene características propias, y sus matices -y los resultados históricos- no son extrapolables, pero aparte de para lo suyo servirían para medir mejor que el CIS. Y permitirían suponer por dónde irán los tiros.

Es verdad que entre esos analistas hay opinión distinta sobre las repercusiones de ambas autonómicas, pero la más común es que el PP subiría más -sobre todo en Galicia- de lo que apunta el Centro de Investigaciones Sociológicas, el PSOE seguiría cayendo en escaños y el partido de Rivera estaría en la frontera de la insignificancia: por eso ahora parece bajarse del burro.

Eso aparte, Podemos, en solitario, tendría en Galicia un mal resultado para sus esperanzas, aunque en Euskadi, a pesar de que bajaría, no sería tanto. Y si todo ello fuese así, se haría probablemente realidad lo de que si para entonces no hubiese investidura, al PSOE no le quedaría otro remedio que pactar con el PP algún remedio mientras los de Rivera irían de monaguillos al inevitable funeral político de Pedro Sánchez.

Si todo eso resultase así, que es poco probable tras la reunión de ayer entre Rajoy y Rivera -pero en absoluto un disparate- y si el CIS, debido a las circunstancias en que realizó su encuesta -tan extrañas como la propia situación general- fallase, una de dos: o los dirigentes socialistas se habrían vuelto locos manteniendo a su aún secretario general o el país entero peligraría. Y no solo en lo económico con la Unión Europea al acecho y marcando cifras presupuestarias: también en lo político y en lo social.

¿O no...?

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