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A los pechos de unas damas

Manolito inició su andadura como voceador por las calles de esta ciudad cuando solo tenía diez años, a los pechos recatados de unas damas ilustres. Valga este símil hiperbólico para atraer la atención y explicar el cariñoso madrinazgo que recibió de las llamadas Damas de la Buena Prensa.

Las Damas de la Buena Prensa en Pontevedra cuando empezó Manolito solo eran seis, según él mismo nominó en cierta ocasión. A saber: María Pita Suárez Cobián, Dolores Silva, María Prada, Luisa Belasarte, Isabel Pita y Elisa Sampedro Món, pertenecientes todas ellas a familias distinguidas.

Aquel singular colectivo velaba por la "buena prensa"; o sea los periódicos y las revistas de marcada orientación católica y tendencia conservadora. La otra "mala prensa" era, naturalmente, la prensa de partido o de sindicato, entre izquierdista y revolucionaria.

Las Damas de la Buena Prensa confiaron a Manolito la venta en la calle de las publicaciones inspiradas por la Editorial Católica, fundada por la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. El buque insignia por excelencia de esta prensa no fue otro que "El Debate", periódico dirigido por el sacerdote Ángel Herrera Oria, quien luego llegó a cardenal.

Una década más tarde, Manolito ya había dejado de ser un chaval y había ofrecido sobradas muestras de su laboriosidad y honradez. Entonces fue cuando las Damas de la Buena Prensa dieron por concluida su labor inspiradora de las mejores lecturas diarias y dejaron en manos de Manolito aquel modesto negocio de venta de periódicos en las calles. Así comenzó a forjarse su particular leyenda como mejor vendedor de prensa en Pontevedra.

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