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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las lentejas

Así pues, vistos los precedentes y -sobre todo- los anuncios reiterados de cuáles van a ser sus futuras actitudes, alguien debería aconsejar al presidente Feijóo que tuviese más cuidado con sus socios, incluso los coyunturales. No vaya a ser que la gente del común, que tiene oídas muchas veces sus apelaciones a la coherencia y la defensa del interés general sobre cualquiera otro, acabe por creer que son palabras a las que, como a tantas otras, se lleva el viento a la primeras de cambio.

(La desconfianza, en opinión personal de quien la suscribe, habría de extremarla con respecto al PSdeG-PSOE, que tras las declaraciones de su candidato a la Xunta en este periódico -y su servil posición de apoyo al endeble Pedro Sánchez, quizá por gratitud hacia los favores recibidos- es mucho más lo segundo que lo primero. Porque mira hacia Madrid y se pone firmes ante cualquier cosa que parezca una orden de la "sede central" en Ferraz.)

Lo que puede parecer consejo -y no lo es: más bien una advertencia- se formula tras la chapuza que acaba de ocurrir en la Diputación de Lugo. Allí socialistas y populares, apoyados por el pintoresco alcalde de Becerreá, pendiente de expulsión por los primeros, pactaron los presupuestos elaborados por un errático PSOE que en menos de un año ha cambiado sus principios al estilo marxista. De Groucho.

Alguno de los abundantes cantautores de alabanzas en ambos grupos mayoritarios argumentará que el acuerdo es para "servir al interés general". Lo que podría ser cierto si nada se hubiese regateado -una parte para el PSdeG, otra para el PP y las migas para Martínez-, pero que por haberlo hecho todos nadie puede creerlo ni siquiera como un chiste de políticos.

En esas condiciones, si el PP espera pago en el futuro tras haber cambiado -al menos en Lugo- también sus principios por un plato de lentejas, está apañado: si algo ha demostrado el PSOE después de Felipe González es que la creciente mediocridad de sus líderes lo ha convertido en una entelequia nada fiable, sin sentido del interés general ni respeto por la palabra dada. Incluida la puesta por escrito: quien lo dude, que le pregunte al Bloque.

Por eso se citó al presidente Feijóo, que lo es también del Partido Popular. Porque no se puede predicar y dar trigo ni repicar y estar a la vez en la procesión. Y hablar de sensatez y bien común cuando después se pone por delante de la coherencia el precio de olvidarla no sólo es un mal ejemplo, sino un riesgo para su futuro electoral. Que -por cierto- está ya a la vuelta de la esquina, "detalle" que hace especialmente inoportuno este momento para apostar por las lentejas.

¿O no...?

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