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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La intención

A estas alturas, y en relación con el AVE a Galicia, hay apenas un par de datos irrefutables: uno, que cualquier duda que pudiera surgir entre los posibles beneficiarios de esa infraestructura acerca de plazos y ejecución, estaría más que justificada vistos los precedentes; segunda, que la intención de rematar la obra en 2018 formulada por la ministra de Fomento en funciones bastante antes de serlo -es decir, cuando lo era en plenitud de ejercicio- se vio respaldada por hechos, desde licitaciones a inauguraciones, y por tanto de ella no cabe dudar. Lo malo es lo que advierte el refrán relativo a más alta autoridad: que a veces "los humanos proponen y Dios dispone".

Su señoría doña Ana acaba de decir, tras un relevo en la Dirección General de ADIF -motivado por falta de cumplimiento de plazos o condiciones- que la alta velocidad ferroviaria llegaría aquí cuando está previsto. Pero el hecho del cambio, y sobre todo sus motivos, vuelven a encender una luz de alarma; puede que no tan brillante como cuando el ministro era José Blanco, y desde luego mucho menos que cuando lo era aquella calamidad de Magdalena Álvarez, pero alarma al fin y al cabo. En opinión de quien esto escribe -que ha cumplido ya los años suficientes y adquirido la experiencia precisa para mantener siempre activo un margen para la duda, que no implica incredulidad- no acaba de estar convencido de que la ministra Pastor pueda llegar a rematar lo que empezó. Y eso pasa porque las encuestas abren vías para que en vez del PP sean otros los que gobiernen España de aquí al otoño, y a saber qué pasará con los compromisos adquiridos. En el caso de Podemos, que no los asumió, apenas se podría criticar el incumplimiento; en el PSOE, si se aliase con él, nadie sensato podría confiar en que cumpliese después de tantos ejemplos de infidelidad. Por eso no estaría nada mal ahora que aún están en campaña, que todos los partidos gallegos rubricasen un compromiso por el que, sea quien fuere el futuro gobernante, exijan la deuda más histórica de cuantas Galicia tiene planteadas: un ferrocarril a la altura del siglo en que vive. Puede que alguien piense que es mucho pedir, pero a otros se lo dieron con igual o menor obligación. Es el momento, para que si quiera por una vez, aquellos todos que dicen pensar en este antiguo Reino, además de teorizar, hagan algo práctico.

¿Eh??

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