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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Complicaciones del mundo

"El mundo está complicado". Lo ha dicho el ministro de Economía de España, señor De Guindos, al analizar la volatilidad de los mercados internacionales y las incertidumbres creadas sobre el resultado del referéndum para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Un asunto, este último, que en los medios se presenta casi como apocalíptico a medida que se publican encuestas en las que se vaticina una amplia victoria de los partidarios del Brexit. El nerviosismo se ha extendido a las Bolsas y los dueños del dinero (siempre cobarde) han buscado refugio en lugares que estiman más seguros, como el bono alemán, a la espera de que pase la tormenta.

Los principales líderes políticos británicos, los secesionistas escoceses, las autoridades gibraltareñas, los dirigentes de otros países europeos, y figuras muy populares de la cultura, el espectáculo y los deportes se han unido para advertir del peligro, lo que da una idea cabal de que el problema supera con mucho las diferencias ideológicas y los particularismos. Durante los meses previos a la consulta, no hubo ciudadano británico que no haya sido urgido a pronunciarse en uno y otro sentido, y hasta la Reina tuvo que salir al paso de una afirmación del sensacionalista "The Sun" (propiedad del millonario australiano Rupert Murdoch) para desmentir unas supuestas simpatías suyas hacia la causa de los euroescépticos.

No hay espacio en este pequeño comentario para analizar con un cierto detalle las múltiples consecuencias del terremoto político y económico que supondría la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Entre otros, la casi segura independencia de Escocia, decidida partidaria de la integración en la organización supranacional. O la recomposición de la política europea de defensa ya que el único vinculo militar con lo que quedase del Reino Unido sería la pertenencia a la OTAN. Por lo que respecta a España es evidente que el Brexit influiría de forma notable en la relación con Gibraltar, en el turismo británico (tanto estable como eventual) y en la situación de los trabajadores españoles en Gran Bretaña (un poco más de 50.000 con un puesto en la sanidad pública).

En otro orden de cosas, también es de advertir que el resultado del referéndum británico (24 de junio) podría tener influencia en el resultado de las elecciones españolas (26 de junio) y hasta con el talante con el que afrontemos la fiesta de las hogueras de San Juan. Algunos comentaristas opinan que, en caso de ganar el Brexit, favorecería a Podemos y en caso contrario, al PP, aunque desconozco en qué forma lo argumentan.

En cualquier caso, no hay que fiarse demasiado de previsiones apocalípticas que solo parecen tener el objetivo de meter miedo a la gente para que vote lo que tranquiliza a los mercados. Con ocasión del referéndum sobre la pertenencia de España a la OTAN ya conocimos la fabricación de un clima de desasosiego parecido. Y lo mismo ocurrió con el referéndum sobre la independencia de Escocia. En los dos casos, y en vísperas de ir a votar, las encuestas señalaban una amplia victoria de los partidarios de la salida de la OTAN y de la independencia escocesa. Un ministro socialista español llegó a decir a unos jubilados que si votaban contra la OTAN nos quedaríamos en taparrabos.

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