El capitalismo hunde sus orígenes en la aparición de la máquina de vapor en el siglo XVIII que introduce la capacidad industrial de fabricar productos en grandes cantidades y en serie para satisfacer las necesidades de las personas, superando así a la artesanía, una suerte de economía colaborativa primitiva que vuelve aparecer de otra forma trescientos años más tarde. La utilización de máquinas combinadas con el factor trabajo, determina el razonamiento básico del sistema al unir el capital y el trabajo en la solución de las necesidades de las personas.

En estos trescientos años la evolución del capitalismo ha pasado por muchas etapas de fuerte pugna entre los intereses que representan los factores esenciales del sistema y el capital ha ido transformándose desde posiciones muy prepotentes a otras mucho más pacificadas que ha permitido una importantísima evolución de la vida de las personas, dentro de economías socialmente avanzadas.

He comentado esto sobre el origen del capitalismo para introducir un punto de vista sobre economía colaborativa que está surgiendo con fuerza, con la correlación entre avance de las tecnologías de la información y comunicación, la cada vez más presente robótica y la optimización de procesos no solamente industriales, sino procesos de todo tipo que hacen mucho más eficiente y productiva la economía que algunos autores ya califican como la economía de la abundancia.

La mutación del sistema parece evidente y si bien existe un cambio difuso, con un cierto grado de imperceptibilidad, poco a poco van asentándose nuevos modelos de negocio, nuevas formas de utilizar los factores de producción clásico que varía cuestiones esenciales, como el puesto de trabajo, tal como lo conocemos o la fuerte implantación del capitalismo financiero, frente a un emprendimiento empresarial acuciado por la necesidad de ofertar bienes y servicios a precios que hace solamente dos décadas no nos lo podríamos creer.

La cuestión es ir pensando que este proceso de cambio, más rápido de lo que podemos imaginarnos, esté sustentado por un conocimiento adecuado por parte de la sociedad, asumiendo que la variación afecta no solamente a cuestiones de productividad, sino también a planteamientos éticos y de una nueva forma de ver la sociedad, teniendo en cuenta que la posesión del capital empieza a no ser determinante para la utilización eficiente de los recursos, sino que enfoques como la compartición de bienes y recursos serán el yin y el yang de una nueva economía que tiene que combinar grandes pérdidas, con la oportunidad que facilita los nuevos modelos colaborativos que van surgiendo.

*Economista