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OPINIÓN

La herencia de un miope portuario

De la espantada de contenedores de Maersk a Marín a la de cruceristas a A Coruña. Dos golpes a la imagen del puerto de Vigo que de nuevo señalan a los años de miopía en Praza da Estrella. A la responsabilidad de quien se creyó que la atracción de una bahía bella y abrigada garantizaría los tráficos. Al que presumió de ahorrar cuando otras terminales pasaban a la acción comercial. El que miró para otro lado cuando el puerto vigués entraba en rumbo de colisión por sus elevados costes, por su ineficiencia. Así de negro heredó el horizonte el actual presidente. Pero que estén tranquilos los estibadores; esta vez no va con ellos.

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