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Gestores de crisis

| Gestores de crisis. La serie norteamericana Scandal , inspirada parcialmente en la jefe de prensa de George H. W. Bush, ha puesto de moda los gestores de crisis, profesionales que resuelven los problemas de un político, un gobierno, un partido o un empresario. Aquí les conocemos como apagafuegos. Pues bien, esta semana dos vigueses se han puesto el traje de gestores de crisis y asumido el reto de enderezar el rumbo de sus partidos. El primero ha sido el alcalde de Vigo, Abel Caballero, que ha abandonado la zona de confort que supone gobernar con mayoría absoluta la primera ciudad de Galicia y presidir la FEMP, y en una provincia, Pontevedra, donde el PSdeG logró arrebatar al PP la Diputación tras 32 años de gobiernos conservadores. Caballero ha decidido tirar del carro y, con la alianza del poder socialista local, intentar sentar las bases de un proyecto sólido para un PSdeG en horas bajas tras la dimisión hace tres semanas de José Ramón Gómez Besteiro por sus líos judiciales, y en las vísperas de unas elecciones autonómicas.

Si todo sale bien, el éxito se lo llevará el socialista llamado a ser presidente o vicepresidente de la Xunta, pero ay sí sale mal, habrá quien sienta la tentación de apuntar al sur con su dedo acusatorio. ¡Como si Besteiro no hubiera podido dimitido hace ya nueve meses, cuando Pilar de Lara le imputó por primera vez! Es cierto que como el principal cargo institucional del PSOE en Galicia, a Caballero le hubiera resultado difícil situarse de perfil cuando su partido tiene la posibilidad, complicada, eso sí, de volver a pisar la moqueta de San Caetano. Porque Caballero, al que tanto le critican por localista, pudo haberse quedado tranquilo en su feudo olívico viendo a sus compañeros desangrarse. Pero no lo ha hecho. Se ha arremangado y ha emprendido una ruta viajera por Galicia para tejer una red de complicidades y apoyos con los otros principales referentes de su partido en la comunidad (alcaldes y presidentes de diputaciones), y todos juntos impulsar al PSdeG, que lleva en stand by tras la marcha de Besteiro, pues la comisión gestora -nombrada por Ferraz, formada por actores de reparto del socialismo gallego y controlada por los aliados del dimitido secretario xeral- no tiene peso político.

Galicia, otra vez no está entre las prioridades del PSOE. Pedro Sánchez bastante tiene con lo suyo, como para preocuparse por este otro lado del Padornelo. Caballero desde su atalaya viguesa sabe que Vigo ni debe ni quiere imponer la solución. Por eso insiste en que él no tiene ningún aspiración personal y que la respuesta pasa por un gran acuerdo del poder municipal socialista que permita integrar a un partido, dividido en familias y corrientes que pululan y conviven desde hace décadas.

El primer reto para los socialistas es dar con un candidato con opciones reales a la Presidencia de la Xunta, sabedor de que quizá tenga que conformarse con el premio menor de ser vicepresidente de un Gobierno presidido por En Marea. O, en el peor de los casos, simple portavoz de la tercera fuerza de la Cámara, si se confirma el sorpasso de la coalición de Podemos, Anova y EU. Sin ánimo de quitarle a nadie las ganas y el entusiasmo, el cabeza de cartel, que deberá ser ratificado por las bases en unas primarias, vivirá unos meses de vértigo, pues comprará un billete de lotería, con premio incierto: o la Xunta o quién sabe si irse a su casa. No será tarea fácil. Ya ha habido unos cuantos descartes y cuando este periódico pregunta se impone más el silencio en los dirigentes consultados que la unanimidad en torno a un potencial candidato. Para que un aspirante con posibilidades asome la patita para mostrarse dispuesto a esta aventura de alto voltaje, acierta Caballero cuando remarca que el partido debe estar unido. Y ahí surgen las dudas. ¿Qué harán la alcaidesa de Lugo, el presidente de la Diputación de esa provincia y el titular de la Diputación de A Coruña y otros fieles aliados de Besteiro, ahora un simple militante de base a punto de empezar a trabajar en un despacho de abogados: darán un paso adelante en torno a la operación promovida por el principal referente del PSdeG, como han hecho ya desde el PSOE de A Coruña, Santiago y Ferrol, o mirarán con recelos el plan de Caballero y se aferrarán a una gestora de papel? Llama la atención que un día después de la gira de Caballero por A Coruña, Valentín González-Formoso, el presidente de la Diputación herculina, saliera a sacar pecho de su provincia tiene más peso económico que la de Pontevedra, cuando el regidor olívico fue a tender puentes, se deshizo en elogios a Francisco Vázquez y su comentario más polémico fue que Vigo lidera Galicia como A Coruña lo hizo en su momento, pero no ahora que tiene un regidor, Xulio Ferreiro, de la Marea Atlántica, "calamitoso". ¿Quién es el localista?

| Gestores de crisis. Las bases de Podemos han fichado a una viguesa para pacificar el partido en Galicia. La politóloga Carmen Santos se convirtió el martes en la segunda secretaria xeral que tiene el partido morado en la comunidad. Ganó con el 41% de los votos, dos puntos más que la candidata mejor vista por Madrid la diputada Angela Rodríguez. El anterior secretario xeral, Breogán Riobóo, que fue destituido en un golpe de mano urdido desde Galicia y Madrid, sólo captó el 19% de las papeletas. Carmen Santos acertó con su estrategia de presentarse ante la militancia como la candidata de la tercera vía, no fue vista como una imposición desde Madrid, pero es cierto que tiene buenas relaciones con el núcleo duro de la Complutense. Ahora debe atender las expectativas de los afiliados que apostaron por ella, pero también integrar a ese 60% que prefería a los otros dos candidatos. Su misión cobra relevancia porque su partido puede estar llamado junto a Anova y EU a asumir responsabilidades de gobierno en Galicia, si el PPdeG pierde la mayoría absoluta. Para ello, antes debe movilizar a su organización, demasiado tiempo enfrascada en luchas internas que siempre suelen castigar las urnas. Su nombramiento no disgustó en Madrid, aunque Iñigo Errejón prefería a la aspirante pontevedresa. También se recibió con alivio en Anova. La formación de Xosé Manuel Beiras prefiere a Carmen Santos porque cree que será más fácil entenderse con ella, que formó parte del germen que impulsó la Marea gallega, primero a nivel municipal y luego en la autonómica. De hecho, las primeras declaraciones de Santos, más allá de los titulares, son conciliadoras, pues entiende y defiende que En Marea si se repiten las elecciones generales debe concurrir como partido instrumental para garantizar esta vez el grupo parlamentario propio, como ha defendido Beiras, para disgusto de Podemos, en los últimos tiempos. Ya no lo ve tan claro para las elecciones autonómicas, pero lo cierto es que en este primer gesto la nueva secretaria xeral muestra independencia con respecto a Madrid y defiende algo lógico desde Galicia. ¿Cómo lo verá Pablo Iglesias, sabedor de que los sondeos le pronostican un bajón de diputados, que se le vaya la confluencia gallega, igual que se le fue la valenciana del grupo parlamentario, él que hasta ahora gustaba de comparar sus 65 diputados con los 40 de Ciudadanos?

| Aniversario. Un día como hoy hace siete años Alberto Núñez Feijóo le daba los últimos retoques al que sería su primer discurso como presidente de la Xunta. El 18 de abril de 2009 tomaba posesión como titular del Ejecutivo gallego, y desde entonces le tocó gestionar la crisis más dura a la que haya hecho frente cualquier presidente autonómico. Una sola cifra para dar cuenta de la dimensión de la recesión. Los ingresos del bipartito en su último año de gestión ascendieron a 9.985 millones de euros. El año pasado la Xunta dispuso de 1.667 millones menos. Mañana, Feijóo seguro que recordará la emoción de la primera vez y los cinco mil incondicionales que se dieron cita en la plaza del Obradoiro en Santiago para ovacionarle. Había logrado recuperar la Xunta para el PPdeG con solo cuatro años de oposición, una circunstancia que le catapultó como referente del PP a nivel nacional. A punto de ir a por un tercer mandato, cabe preguntarse si podrá revivir aquel momento si vuelve a repetir mayoría absoluta. Pese a sus titubeos sobre si se iba o se quedaba, si Feijóo consigue blindar la única mayoría absoluta de que dispone el PP estos momentos y derrotar a Podemos, a quien ha situado como rival a batir en las elecciones autonómicas, la exaltación que sintió hace siete años volverá. ¿Por qué? Porque en la etapa recién inaugurada en España, donde se proclama el fin del bipartidismo y de las mayorías absolutas, habrá llevado la contraria y conseguido un nuevo jalón.

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