| La fallida sesión de investidura de Pedro Sánchez el miércoles más parecía un debate electoral a cara de perro entre candidatos, si no fuera porque el escenario elegido era el Congreso de los Diputados. Escuchando el tono y la agresividad de los ataques asemejaba que había arrancado ya la campaña para la segunda consulta a los ciudadanos. El combate electoral fue de tal intensidad que quién puede pensar que estos señores están llamados a entenderse y tender puentes si quieren formar Gobierno. Había un exceso de testosterona en la Carrera de San Jerónimo en el pulso que los políticos mantienen a la espera de si son los demás los que caen antes y ceden primero para evitar la repetición de elecciones, unos comicios que ninguno quiere porque pueden ser más de lo mismo o en todo caso porque su resultado es impredecible. Ir a unas nuevas elecciones es una apuesta de alto riesgo, pero todos aguardan que el rival tenga más miedo que ellos, ante un desenlace incierto y se repliegue en su posición de máximos. La escena recuerda a la carrera de coches o juego del gallina en Rebelde sin causa de Nicholas Ray. ¿Se acuerdan de la película de James Dean y Natalie Wood? Se trata de conducir dos coches a toda velocidad hacia un acantilado; el primero en girar o detenerse, pierde.

En todo caso, la situación a día de hoy, ¿quién sabe mañana?, recuerden lo que pasó en Cataluña, apunta a que el 26-J existen altas opciones de que los españoles seamos llamados de nuevo a pasar por las urnas. Y mientras en Madrid juegan a ver quién es el más osado, en Galicia nuestros políticos están pendientes de lo que pasa en la Villa y Corte. Porque si se repiten los comicios generales, no parece descabellado que se adelanten las elecciones autonómicas.

| Feijóo defiende que agotará el mandato, pero si hay elecciones en Madrid puede justificar el adelanto. En 2012, hizo coincidir los comicios gallegos con los vascos porque no le parecía "razonable" que hubiese "dos elecciones autonómicas en el plazo de 130 días" y porque separar las citas además "supondría más gasto". El argumentario ya lo tiene escrito. Sólo tiene que rescatarlo. Le conviene además al PPdeG el adelanto porque si el PP en junio se hunde, quedaría muy tocado para la cita autonómica posterior. Mejor arriesgarse a llevarse el castigo el mismo día, y tener con quien compartir penas y lamer las heridas. ¿Y quién será el candidato en Galicia? Todo depende de si Mariano Rajoy da un paso atrás, aunque ha dicho que no, y el PP renueva candidato. Quizás entonces el rostro de Feijóo luzca en los carteles de toda España y no solo en los de Galicia. En todo caso, parece que en los últimos tiempos el titular de la Xunta actuase como si fuese a intentar un tercer mandato en su tierra. Quizás aún no ha tomado una decisión, quizás aún no sepa qué va a ser de él, pero lo más probable es que repita en Galicia. Y entonces podrá presentarse con un partido renovado, con tres de cuatro presidentes provinciales estrenando el cargo, y a su favor puede jugar el cambio de estrategia y táctica que ensaya en los últimos tiempos en la provincia de Pontevedra. No es casual el requiebro para con Vigo, el reemplazar el frentismo por la colaboración y de ahí el impulso al Área Metropolitana, la Ciudad de la Justicia... e incluso el paseo con Abel Caballero por el Casco Viejo. No olvida Feijóo que la derrota de Manuel Fraga se coció en la provincia de Pontevedra.

| El dilema de la izquierda. A PSdeG y En Marea no les conviene un adelanto en estas condiciones. Su salto al poder solo es posible si se alían y el PPdeG pierde la mayoría absoluta, pero ¿qué campaña harán si en Madrid fracasa un acuerdo para investir a Pedro Sánchez y allí están tirándose los trastos a la cabeza? Para visualizar que la alternativa es posible en Galicia deberían apostar por situar como rival al PP y entre ellos exhibir guante blanco. Lo advirtió la portavoz de En Marea, Alexandra Fernández, en el propio debate de investidura, al vincular el éxito del acuerdo en Madrid con un eventual acuerdo en Galicia e inmediatamente le replicó Xosé Ramón Gómez Besteiro, mentando A Coruña, Santiago y Ferrol, donde gobiernan con la complicidad de los socialistas. ¿Cómo van los electores gallegos a visualizar una coalición de socialistas y En Marea o En Marea y socialistas gobernando en armonía en San Caetano si Podemos sigue recordando el episodio de los GAL y si el PSOE lanza amenazas veladas de que los alcaldes del cambio tienen el puesto en peligro? La clave es que en España se está decidiendo cuál va a ser la izquierda del futuro, o dicho de otro modo quién va a liderar la izquierda: ¿PSOE o Podemos? Y ambos están dispuestos a sacrificar a Galicia en la pugna por el liderazgo de la izquierda. ¿Qué harán en esta encrucijada el PSdeG y En Marea y tienen margen de marcar distancias con sus jefes y socios en Madrid y desarrollar una campaña diferente?

Las elecciones en junio pillarían además a la izquierda sin candidatos y con dudas y dificultades para elegir cabeza de cartel. El PSdeG pone hoy fecha a las primarias para designar candidato. El principal aspirante Xosé Ramón Gómez Besteiro tiene complicada su proclamación por las imputaciones judiciales que le pesan, y en el banquillo del PSdeG no se percibe ningún potencial candidato entusiasmado por hacerse con el puesto y ser quien se arriesgue a ser el que lleve al PSdeG a la tercera plaza en la escena autonómica. José Blanco, que parecía moverse, ahora da un paso atrás. No se le ve, no se le escucha, ni a él ni a los suyos, desde que Pedro Sánchez se ha afianzado en la secretaría general del PSOE.

En Marea tampoco tiene candidato. Cuentan que no les importa. Que tampoco eran conocidos Xulio Ferreiro o Jorge Suárez y ahora son alcaldes de A Coruña y Ferrol. Que en su caso, es la marca la que atrae los votos. Martiño Noriega, Yolanda Díaz, Antón Gómez-Reino... son nombres que suenan, y como no, Xosé Manuel Beiras, el mayor y mejor reclamo de En Marea, pero el veterano político no tiene energía ni ganas. Si Beiras da un paso atrás, la elección del candidato a presidente de la Xunta permitirá visualizar o no el grado de madurez y cohesión de la coalición de Podemos, Anova, EU y otras organizaciones de izquierda, que hasta ahora más bien ha reflejado tensiones y recelos.

| El marrón de Pontón. Quizás sea el BNG el único que sabe ya quién será su cabeza de cartel: la nueva portavoz nacional, Ana Pontón. Aunque no es oficial, la decisión de la Asamblea del pasado domingo de acabar con la bicefalia y permitir que la portavoz nacional pueda ser también cabeza de cartel así lo indica. El reto es inmenso. Pontón asume las riendas de la formación frentista en sus horas más bajas. Si repite los resultados del 20-D, el BNG, que rechaza de forma tajante una alianza preelectoral con En Marea, quedaría fuera del Parlamento gallego. No ayuda la marcha de antigüos referentes, como Anxo Quintana, que fue vicepresidente de la Xunta y portavoz nacional, o de Carlos Aymerich, exportavoz parlamentario. El daño a su credibilidad es inmenso. Con Quintana, ya son dos los exportavoces nacionales que han dado portazo al BNG. ¿Se imaginan a Felipez Gónzalez rompiendo el carné de militante del PSOE o a Aznar, el del PP?

| El fantasma de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera aplaudirá hasta con las orejas si coinciden las elecciones autonómicas y las gallegas. No tiene candidato ni referente en Galicia, pero si los gallegos acuden a las urnas a elegir el mismo día presidente de la Xunta y del Gobierno, su esperanza es que quien deposite la papeleta de Albert Rivera también opte por la papeleta naranja para Galicia. Para el PPdeG puede ser un problema o una solución. Si los votos a Ciudadanos se traducen en escaños, puede completar la mayoría del PP, si éste se queda sin absoluta. Sería el aliado que siempre le ha faltado. Si la fuga de votos del granero popular a la formación de Rivera no implica diputados para Ciudadanos, le puede hacer un ocho.