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El meollo

Medallas de oro de la provincia

La Diputación de Pontevedra concedió a lo largo de toda su historia un total de catorce medallas de oro de la provincia entre 1952, año de su instauración, y 2004, último año de su otorgamiento: diez a personas y cuatro a instituciones.

A juzgar por los receptores de estas distinciones, la plataforma Marea debía plantear una enmienda a la totalidad, en lugar de pedir ahora la retirada del galardón que recibió hace cuarenta años la Sección Femenina de FET y de las JONS. Un revisionismo tan exagerado y fuera de contexto, podría llevarnos a cuestionar buena parte de lo que hizo la Diputación durante los 180 años transcurridos desde su creación en 1836. Eso parece sencillamente una boutade.

Luís Rocafor Martínez fue el primer presidente que en 1952 propuso la concesión de una medalla de oro. Hasta entonces nunca se había dado una distinción así, aunque sí otras prerrogativas diferentes.

Desde luego, aquella primera medalla estuvo a la altura de la ocasión: realizada en oro de ley, escudo esmaltado, corona tallada a mano con rubíes y esmeraldas, diamantes engastados en platino en los florones, estuche especial y placa de plata con dedicatoria grabada. La joyería madrileña Villanueva y Laiseca cobró 8.750 pesetas por aquella pieza exclusiva para honrar a don Daniel de la Sota.

Las tres medallas siguientes se entregaron a otros tantos gobernadores civiles, en reconocimiento a sus labores respectivas. Rafael Fernández Martínez y Ramón Encina Diéguez recibieron tales distinciones en 1961 y 1970, al concluir sus mandatos de cinco años.

José Solís Ruíz, en cambio, obtuvo tal gracia pasados nueve años. La Permanente del Consejo Provincial del Movimiento consideró insuficiente el título de hijo adoptivo que recibió a su marcha en 1951; por eso pidió a la Diputación en 1960 "la concesión de un título de mayor rango", con motivo de la exposición dedicada a los XX Años de Paz, que recogía muchas de sus realizaciones.

Un Reglamento de Honores y Distinciones ya reguló las siguientes concesiones a otras personalidades, mediante la instrucción de los oportunos expedientes bajo el seguimiento de una Comisión de Honores y Protocolo.

Los ministros Gonzalo Fernández de la Mora y Mon, de Obras Públicas (1973), y José Luís Villar Palasí, de Educación y Ciencia (1974), recibieron otras medallas por sus encomiables realizaciones. Particularmente el mérito de Villar Palasí se cuantificó en 1.474 millones de pesetas invertidos en 94 centros de EGB, 5 institutos de enseñanza media, 1 centro de FP, el colegio universitario de Vigo y el centro de la UNED, amén de una subvención de 106 millones para la Ciudad Infantil Príncipe Felipe.

Las nuevas medallas fueron para José Fernando Filgueira Valverde (1976) al cumplir setenta años, y para Manuel Castro-Rial Canosa (1986), por su trayectoria como director del Hospital Provincial.

En aquella sesión del 31 de enero de 1986 el socialista Elías Lamelas, sin cuestionar los méritos contraídos por el doctor Castro-Rial, hizo un ruego al presidente de la Diputación, Mariano Rajoy: la concesión de alguna medalla de oro "a una persona natural o jurídica que se haya distinguido por su lucha por la normalidad democrática". Por su parte, el nacionalista Abalo Costa urgió la desaparición de las diputaciones, se abstuvo en la votación y sugirió una distinción semejante para Castelao a título póstumo.

El piragüista David Cal Figueroa (2004) recibió la última medalla de oro que otorgó la Diputación hasta el momento presente, después de sus grandes triunfos en los Juegos Olímpicos de Atenas.

En cuanto a instituciones, organismos o personas jurídicas, la primera medalla de oro de la provincia fue para Sección Femenina de FET y de las JONS por acuerdo plenario del 7 de marzo de 1963, aunque no se entregó hasta el 16 de enero de 1964, durante la celebración en Pontevedra de su XXII Consejo Nacional.

Tal propuesta salió de la comisión de Educación, Deportes y Turismo, firmada por Antonio Puig Gaite, y resaltó especialmente su labor benéfica, social y cultural, desde las ayudas prestadas a familias pobres, inválidos y ancianos, hasta el fomento del folklore provincial a través de sus Coros y Danzas.

La Comunidad Mercedaria de Poio resultó distinguida en marzo 1990, al cumplirse cien años de su llegada a la provincia. Y seis meses después se hizo lo propio en septiembre con las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, tras sobrepasar el siglo de servicios continuados en el Hospital desde su llegada en 1879.

La última medalla de oro de la provincia para honrar a una institución recayó en la Unidad de Apoyo de Combate y Logística de la Agrupación Táctica Galicia (1995) después de su estancia en Bosnia. La propuesta realizada por el presidente Rafael Louzán solo resultó cuestionada por Cesáreo Mosquera, quien sacó a pasear el antimilitarismo del BNG, y optó por la abstención tras destacar el papel más altruista en aquel país de otras organizaciones no gubernamentales. Veinte años han pasado desde entonces.

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