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Investigación con embriones humanos: ¿hasta dónde?

La revista Nature publicó el uno de febrero que un equipo de investigación del Francis Crick Institute ha recibido autorización de la Autoridad en materia de Embriología y Fertilización Humana del Reino Unido (HFEA en inglés) para usar la técnica de CRISPR-Cas9 en la investigación del desarrollo temprano en embriones humanos. En otras palabras, que han obtenido, por vez primera en el mundo, autorización para modificar el genoma de embriones humanos con fines de investigación.

El proyecto, que lidera la bióloga Kathy Niakan, está interesado en el desarrollo embrionario temprano, y plantea alterar los genes que están activos en los primeros días después de la fecundación. Los investigadores han afirmado que detendrán los experimentos después de siete días, en que los embriones serán destruidos. Las modificaciones genéticas podrían ayudar a desarrollar tratamientos para la infertilidad en los casos de Fecundación in vitro.

El punto de vista de este equipo de investigación londinense no suscita unanimidad en la comunidad científica. Así, David King, director de Human Genetic Alert, declaró a la BBC que "esta investigación permitirá a los científicos refinar la técnica para crear bebés genéticamente modificados, y muchos asesores del Gobierno Británico ya están decididos a permitir esa práctica, que nos llevará a la eugenesia, o técnicas para la mejora de la especie humana". Por otra parte, la HFEA ha desoído la opinión de 150 relevantes científicos de todo el mundo que, en noviembre de 2015, suscribieron un manifiesto en el que solicitaban la prohibición de este tipo de prácticas, "que pueden conducir a una alteración irrevocable de la especie humana".

Para quienes no hay una vida humana en las primeras etapas del desarrollo embrionario, esta no es una innovación conceptual sino tecnológica. Una revolución que se debe a la mejor comprensión y manejo de la CRISPR. Dicha técnica es una herramienta molecular eficaz para editar y corregir el genoma de cualquier célula; algo así como unas tijeras bioquímicas capaces de cortar de manera controlada cualquier molécula de ADN. Esa capacidad de cortar ADN es lo que le permite modificar su secuencia, eliminado o insertando nuevo ADN.

Nadie pondría objeciones al uso de células madre embrionarias si se pudiesen obtener sin matar o dañar embriones, o si procediesen de embriones perdidos en abortos espontáneos. Pero, ¿es ético destruir deliberadamente embriones humanos en beneficio de los que ya han nacido o de unos padres que desean tener un hijo? Son muchas ya las voces que se han levantado en todo el mundo para señalar, con rigor y claridad, que este tipo de planteamientos van en contra de la ética. Como ha señalado acertadamente el genético español Nicolás Jouve: "En el caso de esta nueva investigación la falta de ética se debe fundamentalmente a dos razones. En primer lugar, a que se utilizan embriones humanos con la premisa de su destrucción tras la edición de los genes y las oportunas conclusiones sobre los efectos. Un embrión es ya una vida humana, y su defensa y protección es de la más elemental ética. El hecho de que los embriones procedan de Fecundación in vitro no altera su naturaleza humana: son vidas humanas en sus primeras etapas de desarrollo. Y, en segundo lugar, porque la tecnología CRISPR-Cas9 es todavía imprecisa. No hay seguridad de su uso para modificar (editar y corregir) genes humano. Es probablemente por eso por lo que los investigadores se proponen destruir los embriones manipulados. El antecedente de unos investigadores chinos en el verano de 2015 causó gran debate precisamente por lo precipitado de la utilización de esta técnica en embriones, que aún no han desarrollado la línea germinal? Es decir, que si siguieran adelante en su desarrollo podrían quedar afectados en algún gen o sistema regulador de la expresión génica, con consecuencias tanto para el individuo adulto como para sus descendientes. Por ello, este tipo de investigaciones en la línea germinal está prohibido en los países más desarrollados, entre ellos España".

En esta, como en otras técnicas, los embriones humanos son tratados como material de descarte. Los defensores de estas nuevas tecnologías consideran que se abren vías para curar muchas enfermedades a día de hoy irreversibles. Aceptar en este caso que todo lo técnicamente posible es éticamente correcto vulnera el primer principio de cualquier bioética: el valor absoluto de la vida humana y su inviolabilidad. Podremos manipular embriones humanos, pero ¿a qué precio? ¿Dónde está el límite? ¿Quién controla ese poder?

Aldous Huxley, en su inquietante novela futurista y satírica "Un mundo feliz", ambientada alrededor del 2510, describe una sociedad mundial controlada por la dictadura de unos privilegiados, en la que los embriones son modificados para ubicar a los seres humanos en diversas castas, cada una con su función preconcebida. Según van las cosas, quizá no haya que esperar tanto tiempo.

*Doctor en Biología

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