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La semana de A Ferrería

La cara y la cruz del Puerto

El crecimiento constante en tráfico de mercancías del Puerto de Marín es un síntoma de buena salud a destacar en estos tiempos de crisis que nos azota. Sus mejoras en infraestructuras han dado pie a este desarrollo que lo han convertido en el principal motor económico de la comarca al encontrarse en su recinto 130 empresas que dan empleo a 7.000 trabajadores entre directos e indirectos.

El 2015 ha marcado un nuevo registro histórico para el movimiento de mercancías, lo que ha situado al puerto marinense en el cuarto del Estado con mayor crecimiento al lograr la cifra de 2.141.968 toneladas, un 11% más que el año anterior. Es significativo el aumento en el tráfico de contenedores, que supera en un 41,31% al de 2014, o el de la fruta que lo ha convertido en la principal instalación del sector en el Arco Atlántico. Todo ello está convirtiendo a Marín en un puerto de referencia internacional.

Pero el puerto ha de afrontar y solventar una serie de graves problemas para no ver dañada su salud económica. La primera es el de la pesca, porque la actividad en este sector, está siendo casi testimonial, solo hay que echar un vistazo al puerto pesquero, prácticamente sin barcos. Los datos son preocupantes: se pasó de 10.303 toneladas de pescado subastado en 2001 a tan solo 1.796 el pasado año, lo que refleja que la lonja de Marín, antaño una de las más importantes de Galicia, se encuentra al borde del precipicio. La principal causa de este descenso es que los barcos marinenses que faenan en el Gran Sol descargan en Vigo al entender que allí hay una mayor oferta y por ser más operativo y económico para que los comercializadores puedan transportar con mayor rapidez el pescado hacia la Meseta.

Desde la Autoridad Portuaria se recoge que se está amortiguando la caída en los últimos años, pero lo cierto es que ya no puede caer mucho más porque casi se ha tocado fondo. Lo que antes era una floreciente rula es ahora un agujero que se traga más de 300.000 euros al año de presupuesto. De seguir este camino se teme su desaparición o la reducción de este servicio,. La solución pasa por implicar a los distintos sectores en el proceso de venta, pero tras tres años de negociaciones poco parece que se pueda hacer para incentivar que los pesqueros con base en Marín recalen aquí.

Otra de las cuestiones a resolver para mantener en las próximas décadas la pujanza del Puerto es la búsqueda de terrenos al encontrarse ya al límite de su capacidad. Sin posibilidad de rellenar más la ría urge tener un puerto seco donde instalar nuevas naves. Los políticos, una vez más, más que ayudar lo que hacen es poner trabas en busca de defender intereses localistas en detrimento de los intereses portuarios.

Y lo peor, las sentencias judiciales que son una espada de Damocles que imposibilitan que nuevas empresas reciban licencia y puedan instalarse en el recinto portuario, y que otras, algunas de las más importante ya instaladas desde hace años, teman su demolición por encontrarse ubicadas en rellenos ilegales, según sentencia del Tribunal Supremo.

Cabe felicitarse por los buenos resultados del Puerto porque de ellos depende el bienestar de miles de familias, y más en los tiempos que corren. En cualquier ciudad del mundo los puertos se extienden ante la satisfacción de sus poblaciones que celebran que se genere empleo. Aquí, en cambio, pedimos desde el cierre de Ence a que se levanten los rellenos del Puerto, y cabe preguntarse si esto finalmente llegase a ocurrir si Pontevedra, Marín y la comarca podrían asumir semejante pérdida.

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