Cada año recauda una millonada con el cobro de los peajes -14,4 millones en el primer semestre de 2015- pero cuando se trata de invertir, Autopistas del Atlántico lo hace a regañadientes. Antes de contratar obras de mantenimiento espera a que las zarzas oculten los arcenes o que el asfalto parezca una pista de esquí. Caracterizada por hacer lo opuesto a lo que demandan los usuarios de una gran compañía, nunca ha promovido una encuesta de valoración entre sus clientes, tal vez por temor a que la respuesta generalizada sea que de haber otra alternativa viaria jamás circularían por la AP-9. Con este currículo cicatero apenas sorprende que, 35 años después de abrirse Rande al tráfico, en una ampliación que ya tocaba y que, como de costumbre, le tuvo que recordar Fomento, Audasa se mida tanto el bolsillo. Pero ahora, además de rácana, aprovechada. Con la entregada complicidad de la UTE adjudicataria, la concesionaria cumple un año haciendo el paripé en el viaducto para simular unas obras en marcha cuando ni siquiera se cimentó una viga. Y para colmo, pide una subida del peaje que no le corresponde hasta finalizar los trabajos. Un descaro desmedido e interesado. Con esa chusca puesta en escena aguardaba a que las elecciones generales propiciaran un relevo en el ministerio receptivo al cambiazo del proyecto como el que pretendió colar en los últimos meses al departamento de Ana Pastor. Una modificación radical que vulnera en toda regla el contrato que las constructoras ganaron en un concurso público, aunque, eso sí, mucho más barata. A estas alturas todo indica que la triquiñuela de Audasa tendría como finalidad ahorrarse unos buenos millones de euros. Claro que también pudiera ser que la UTE calculase mal y ahora se viese incapaz de adosar un carril a cada lado del tablero por el coste comprometido (¡A buenas horas! Como responde Fomento: "El contrato está para cumplirlo"). Aunque si esa fuera la verdadera razón, lo tendrían fácil para salir del entuerto: que renuncie a la obra, y asunto resuelto. En cualquier caso, esta burla a los vigueses, a esos miles de conductores que soportan resignados los atascos kilómetros generados al mínimo choque, debe acabar o ser castigada. Con la trampa de Audasa al descubierto, hasta aquí su tomadura de pelo.