Mención aparte merece el susto en el cuerpo que tienen los propietarios de los barcos de recreo y deportivos que fondean en Aguete. Un año más y ahora peor que nunca, el refugio no refugia nada y los temporales de viento o de mar de fondo ponen en peligro la seguridad de dichas embarcaciones que se bambolean mientras pueden resistir la fuerza de la naturaleza pero que si tuvieran alma estarían pensando a ver a cuales de ellas les tocará este año ir a acostarse en la arena de la playa o en las rocas del entorno. Los responsables de la Xunta de Galicia en el tema de los puertos han dejado definitivamente de lado cualquier mejora en este punto que iba a ser el primer puerto deportivo de la ría y se quedó en nada, pero en nada de nada. Siguen haciendo un remedo de protección unos cuantos diques flotantes que me dicen son pesadísimos y corren el mismo riesgo que las embarcaciones con el agravante de que, cuando uno se suelte, se llevará por delante todo lo que encuentre a su paso. Los más críticos con cualquier proyecto que se hubiera querido hacer realidad han venido asegurando que Aguete se queda sin playas por perdida de arena pero la arena de las playas de Aguete está en su sitio. Las generaciones futuras nunca lo entenderán.
Lameiriña
