(Carlos Oroza vivió en Cangas durante más de diez años. Una de las personas que más frecuentó fue la de Xavier Gallego, un poeta local que prepara su primer libro de poemas y que le dedica estas líneas al gran poeta fallecido en Vigo a finales de noviembre).

Te fuiste Carlos

con el viento

Evándote en Malú

a ese Mar más alto que el cielo

que tú descubriste.

Te fuiste

dejando crecer

el trigo en las fronteras,

montado en Cabalum

en busca de Alicia,

y de la mano de Elencor

por todo el universo,

en paz

abrazado a la eternidad.

Se nos fue Carlos Oroza, el poeta rebelde, el último "maudit", como escribió Umbral. Fue el poeta de la musicalidad, el barítono por excelencia de la poesía sonora.

Pasó por encima de lo que la sociedad nos imponía y aún nos impone. Haciendo caso omiso de las costumbres morales, las normas familiares, tradicionales. Se dejaba llevar por sus propios razonamientos. No se vendía ni compraba a nadie. Tenía un talento y un valor fuera de lo normal, para la subsistencia, un ser tocado por lo divino.

Conocí a Oroza aquí, en Cangas. En los años ochenta. Rápidamente nos hicimos amigos. Muchas veces me dijo que el poema Évame Malú estaba dedicado a su madre. Y me dijo también que tenía una hija que vivía en Barcelona.

Yo, aprendiz de poeta, le dejé una libreta con mis poemas. Cuando me la devolvió estaba chamuscada en la mitad. Le había caído una vela encima.

Oroza, me propuso que recitara mis poemas al principio de sus recitales. Y yo no me atreví. Muchas fueron nuestras andaduras, de camino en camino, de taberna en taberna. Viviendo y soñando. Buscando al unicornio azul que habíamos perdido. Él, ahora, lo va a encontrar, mientras yo sigo aquí, con el corazón herido y un poco más solo.

*Poeta e amigo de Carlos Oroza