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De candidatos y marcas

Dentro de cuatro domingos, España celebra elecciones generales, uno de los comicios más decisivos desde la transición, y el resultado nunca ha sido tan incierto. La palabra que más se escucha en estos días en boca de politólogos, sociólogos y otros expertos es que "la volatilidad" es tal que prefieren no hacer quinielas. Mas allá de que no habrá mayorías absolutas, lo que casi todos dan por hecho, no quieren en esta ocasión pontificar. La amenaza yihadista, la cuestión catalana, la crisis económica, la corrupción, ... forman un tótum revolútum que pesará y mucho en la decisión de los electores. Nunca, además, una campaña ha parecido tan decisiva,el 45% de los votantes se declaran indecisos, y la oferta se ha ampliado. ¿Qué se juegan los partidos gallegos el próximo 20-D? Mucho porque aquí el ciclo político no se cierra dentro de un mes sino en 2016, con las elecciones autonómicas, unos comicios para los que ninguna fuerza tiene cabeza de cartel ya designado. La cita con las urnas de diciembre será un termómetro que permitirá medir las fuerzas y posibilidades de cada uno. Un trampolín para calibrar las opciones de triunfar o estrellarse en la siguiente convocatoria electoral.

Son cinco las fuerzas con opciones en Galicia de conseguir representación en las Cortes. La disputa por el voto ya no se juega solo entre PPdeG, PSdeG y BNG. En liza han entrado las Mareas, la alianza de Podemos, Anova y EU, y Ciudadanos, y los dos pueden tener posibilidades de dar el salto desde Galicia al Congreso. Esta es una de las diferencias clave con respecto a hace cuatro años, que además vuelve locos a los estrategas de los partidos. Es muy difícil hacer proyecciones de voto en base a los resultados de 2011 cuando en el tablero han surgido dos nuevos actores. Repartir papeletas y atribuir escaños es mucho más complicado, y las encuestas, por faltas de recursos, no se hacen a nivel provincial, lo que permitiría afinar el posible resultado.

Más oferta ante un electorado indeciso, disperso e infiel, en unos comicios donde solo importan los cabezas de cartel a nivel estatal (Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias) y las siglas pasan a un segundo plano. Así el BNG, en caída libre desde hace años, renuncia a sus siglas con las que ha logrado representación en Madrid desde 1996. Asume el riesgo de que el votante despistado que vaya a buscar la papeleta del BNG no sepa que ahora se presenta bajo la marca de Nós-Candidatura Galega. Dejarse llevar por la 'moda' de las plataformas ciudadanas, solo de nombre, que al final todo se apaña entre las cúpulas de los partidos, será una decisión acertada, si logra frenar la sangría y se mantiene en las Cortes. Por el momento, ha sido arriesgada, pero también es cierto que la formación frentista cada vez tiene menos que perder. "Al BNG puede compensarle el cambio, está a la baja e intenta remontar, pero no es innovador, sigue una tendencia", opina Enrique Varela,profesor de Dirección y Gestión Pública en la Universidad de Vigo. "El BNG, un partido idelogicamente tan estático, está en una posición incómoda o como dirían algunos carente de cintura para abordar las posibles combinaciones electorales", así interpreta Nieves Lagares, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Santiago, el movimiento táctico de la formación liderada por Xavier Vence.

Podemos, a la baja en las encuestas, también renuncia a su logo para diluirse en Galicia en la ola de las Mareas, que en las elecciones municipales arrebataron al PP las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. Se alía con EU y Anova, que a su vez destierran la marca AGE, con la que en 2012 irrumpieron en la Cámara autonómica y desplazaron al BNG a cuarta fuerza. Marcas de usar y tirar, a la búsqueda del éxito electoral, y eso que los manuales de marketing sentencian que la marca, mejor no cambiarla nunca y en caso de verse abocado darle tiempo porque la nueva siempre tarda en calar entre los clientes. ¿Pervivirán dentro de cuatro años?

En Marea y Ciudadanos pueden ser la sorpresa de la noche electoral, a costa de infringirle un golpe a los partidos de siempre. No importan sus candidatos. Un abogado de Vigo Antonio Lara Fernández-Villamarín, al que si buscas en internet te saldrá una pequeña foto tipo carné de mala calidad, y que por el momento ha declinado hablar con la prensa, será el cabeza de cartel de Ciudadanos por Pontevedra. Alexandra Fernández, una activista de 27 años, a punto de terminar Arquitectura y también de Vigo, será la número uno de En Marea por Pontevedra. Los dos son desconocidos para la inmensa mayoría de los electores, pero ellos y sus compañeros en otras provincias tienen opciones de ocupar un escaño, reconocen los partidos rivales. Nunca tan poco importaron los candidatos a nivel local. "Se vota a Rivera y a Iglesias, y nada más. Da igual a quienes coloquen y da igual si hacen campaña o no", reconocen sus rivales. "Si algo nos han enseñado las elecciones locales es que con una marca nueva y con candidatos desconocidos también se pueden ganar las elecciones", apunta Nieves Lagares.

Varela tiene claro que habrá diputados gallegos de En Marea, pero también alguno de Ciudadanos en el Congreso. De En Marea, incluso sostiene que "está en condiciones objetivas de superar al PSdeG si no comete errores" de aquí al 20-D. No duda tampoco que el partido de Rivera pillará cacho en Galicia, después de haberlo logrado en Andalucía y Valencia, y pese a que "no se ha puesto las pilas aquí" y parte de su discurso "choca" en Galicia, una comunidad no nacionalista, pero con una sensibilidad galleguista a la que le chirrían ciertas cuestiones del ideario de Ciudadanos, como antes le sucedía con UPyD. Lagares no es tan tajante. El partido de Rivera tiene su caladero de votos en las áreas urbanas, y en Galicia el voto rural todavía cuenta mucho, esgrime. El resultado de Ciudadanos en la comunidad dependerá, según Lagares, en buena medida de hasta donde llega "la fortaleza del PP" y cual es la supuesta "debilidad del PSOE".

El PPdeG sabe que va a perder votos. Confía en no restar menos de tres escaños y seguir siendo la primera fuerza de la comunidad y con más diputados que el resto. Cuanto más fuerte sea el descenso, más nervios habrá en las filas populares de cara a las elecciones gallegas y más claro estará que Feijóo es el único que podrá lograr la remontada. "Galicia es nacionalidad histórica y es sistemética para el PP", observa Varela.

El PSdeG aspira a mantenerse, ya no a crecer, aunque sabe que en circunscripciones como la de A Coruña lo tiene difícil, tras el zarpazo de las Mareas en las grandes ciudades, donde los socialistas están muy tocados. El BNG pone velas a todos los santos, y eso que se declara aconfesional, para quedarse Virgencita tal cual está e intenta espantar el peligro de Vigo, donde ya no tiene ediles. En Marea deposita todas sus esperanzas en el 20-N. Apunta que como mínimo puede lograr tres escaños (dos por A Coruña y uno por Pontevedra) y hasta apuesta que puede hacerse con uno por Lugo, pues extrapolando los resultados de las municipales se quedan a 400 votos de un escaño. Si la ola de las Mareas municipales mantiene su empue, pondría sumamente nervioso al PSdeG, que se desdibujaría como alternativa al PPdeG para 2016.

Ciudadanos, tras el pinchazo de las municipales de mayo en Galicia, sin estructura, sin caras conocidas, con una militancia escuálida y además tocada por las expulsiones, solo espera verse tocada por el efecto Rivera y de un plumazo contar en el tablero político autonómico. El resultado,en cuatro semanas.

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