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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El Área

Una de las características más llamativas -y menos positivas también, pero es lo que hay- del sistema electoral vigente es que la abundancia de citas lleva a los protagonistas a enfocar los problemas a salto de mata. Y aparentan resolverlos, sino ad calendas graeca, en víspera de le elección que toque, lo que provoca improvisación, chapuzas sin cuento y con demasiada frecuencia dejar para un mañana incierto lo que se habría podido hacer ahora.

Es cierto que los defectos no llegan solo de las exigencias para ganar votos, sino también de la falta de seriedad de quienes los ganan, pero una vez en el poder deciden que lo prometido es difícil de cumplir o peligroso si se quiere repetir el éxito. Por eso hay tantos que no solo olvidan sus programas, sino que, con excusas diferentes, hacen lo contrario de lo que incluyeron antes. Y no es raro en el oficio: más bien un modus operandi generalizado.

La vida política gallega -y la de más allá- está repleta de ejemplos que dejan casi sin réplica lo dicho. Los dos últimos gobiernos incurrieron -aunque con distinto resultado- en abierta contradicción con sus compromisos electorales; y esta Xunta, y la bipartita anterior dijeron digo e hicieron Diego de forma habitual. Y no en asuntos menores o de solo relativa trascendencia: la relación de casos mostraría que muchos comprometieron el futuro.

Estos días se habla en la Galicia dinámica de algo clave no solo para un grupo más o menos mayor de municipios, sino para el buen orden territorial del país, la mayor eficacia de los servicios y por tanto la mejoría de la vida de los ciudadanos: las áreas metropolitanas. Y más en concreto la de Vigo, para la que el presidente Feijóo acaba de prometer "muy pronto" una ley adecuada.

Está dicho que este es un asunto básico y por tanto no puede quedar en un día de reflexión y trescientos de olvido. Por eso han de saber, los que pueden y deben afrontarlo y resolverlo, que va a ser, para Vigo y su conurbación -y por tanto para Galicia entera-, un auténtico casus belli político y electoral y la medida real de la supuesta buena intención que el presidente Feijóo tiene para corregir errores y resolver entuertos.

(Se cita a Vigo no por localismo -habitual idiotez que se argumenta para descalificar lo que no se comparte-, sino porque ese Área es no solo históricamente la primera en abordarse sino la que ha contado ya con proyectos en marcha parados por la inepcia de los responsables de dos Xuntas, tanto del PSdeG como del PP. Y por razones diferentes, algunas intolerables por sectarias y que habrán de relatarse para que nadie tropiece más veces en la misma piedra.

¿Eh...?)

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