No me voy a referir a la figura del dictador Francisco Franco ya que jamás he tenido nada en común con él (muchos demócratas de toda la vida, hoy desmemoriados, sí que han chupado de la ubre izquierda de don Francisco), aunque me imagino que tendrá un grandísimo disgusto por el hecho de que nuestro Concello lo tenga presente en su memoria durante tantos años.

De lo que estoy seguro es que con la magnífica actividad que va a proponer el gobierno local de poner en marcha una revisión del callejero para retirar la simbología franquista de las vías públicas, los vilagarcianos van a mejorar considerablemente su nivel de vida y el paro bajará a índices insospechados.

Pero voy a hacer algunas consideraciones:

En primer lugar sorprende la inquietud de algunos ciudadanos con la figura José Calvo Sotelo a quien, ni desde que fue asesinado en una camioneta de la Guardia de Asalto, cuerpo español creado durante la Segunda República con el objetivo de disponer de una fuerza policial para el mantenimiento del orden público y que fuera de probada fidelidad al régimen republicano vigente en aquel momento.

Es bueno recordar que José Calvo Sotelo era un diputado, elegido democráticamente y al que dieron muerte por hacer uso legítimo de la libertad de expresión en el Congreso.

Además, el diputado José Calvo Sotelo no tuvo siquiera tiempo de colaborar con Francisco Franco, aunque sí muy intensamente en el progreso de la ciudad de Vilagarcía de Arousa.

| Reyes absolutistas. Ya que, según dicen, fue condenado por sus ideas, se deberían retirar los nombres a cientos de calles de todos los monarcas absolutos que reinaron en España, comenzando con los Reyes Católicos y terminando con Fernando VII.

Y con estas premisas ¿eliminarán el nombre de la calle Álvaro Cunqueiro que, en 1936 se afilió a Falange Española, militando activamente y formando parte del ejército franquista? A partir de 1937 colaboró con diversas publicaciones falangistas y en 1939 se estableció en la ciudad de Madrid para trabajar como redactor del diario ABC.

De paso, que dediquen un cariñoso recuerdo a la figura del anarquista Mateo Morral que arrojó una bomba, desde un balcón de la calle Mayor de Madrid, al paso del cortejo nupcial tras la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg; murieron nada menos que 28 personas, todas gente común y corriente que seguía desde las aceras el paso del cortejo.

| Extraña memoria. La memoria histórica nos recuerda que, durante la Guerra Civil, el Ayuntamiento de Madrid, de la capital de España cambió el nombre a la calle Mayor y le puso precisamente "Mateo Morral", en homenaje al autor del atentado. ¡toma memoria histórica!

Pero en la memoria histórica también están incluidas la obras de arte que proliferan en nuestras ciudades, como sucede con el busto de Calvo Sotelo, obra escultórica del célebre Francisco Asorey, abandonada y pintarrajeada en los jardines del Doctor Fleming; a eso se llama "defensa de las obras artísticas".

Lo mismo sucedió con el relieve que existía en la fuente de la céntrica plaza de España, con el nombre del rey Alfonso XIII, que figuró desde el día 15 de mayo de 1927 hasta que, proclamada la II República, fue denominada Plaza del 14 de Abril.

También resulta curioso el hecho de que la II República hubiera sido proclamada el 14 de abril de 1931 y la primera vuelta de las elecciones generales de España o elecciones a Cortes Constituyentes de 1931 fuera celebrada el 28 de junio.

Menos mal que pretenden conservar el edificio de la plaza de Martín Gómez Abal, excelente obra arquitectónica, donde estuvo instalado el antes denominado "Colegio León XIII" (1904), "San Acisclo" (1883), y "San Agustín" (1886); ¡y eso que tuvo nombres religiosos! ¡por Dios!, que le pongan una placa con el nombre de su fundador, que fue el protestante Mister Martín Walpole Escalante.

*Historiador