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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Los sambenitos de Hacienda

Cinco mil pecadores fiscales van a ser sometidos a escarnio por Hacienda, que hará públicos sus nombres y las cantidades que adeudan al Fisco en una lista negra de morosos. La idea parece inspirada por los sambenitos que la Inquisición colgaba a los herejes con el propósito de divulgar sus pecados y meterle el miedo en el cuerpo al resto de la población cristiana. Con gran éxito, todo hay que decirlo.

Si el Santo Oficio era el brazo eclesiástico del poder, la Agencia Tributaria bien podría ser hoy la mano armada del Estado en su lucha contra aquellos contribuyentes que se resisten a apoquinar en tiempo y forma.

Sobre ellos, al igual que ocurría con los herejes del Medievo, se hará caer el peso de la infamia. La túnica del sambenito (o "saco bendito") va a ser sustituida ahora por un listado público con los nombres de los excomulgados que osan desafiar a Hacienda; pero el propósito es más o menos el mismo.

De momento, la lista de condenados a andar en boca de todo el mundo se limita a quienes deban más de un millón de euros, que es cantidad a partir de la cual uno ya puede permitirse ciertos desahogos. Se desconoce, sin embargo, si el índice de morosos se extenderá posteriormente o no a los deudores de cantidades de menor cuantía. Quizá todo dependa del éxito o fracaso de esta primera tanda de sambenitos que las autoridades fiscales van a colgar a sus deudores de clase Premium.

La amenaza podría hacer que cundiese el pánico entre la población, habida cuenta de que Hacienda goza fama de ser el único organismo público que realmente funciona. Su eficacia en el arte de recaudar certifica la exactitud del adagio de Benjamín Franklin, según el cual lo único cierto en esta vida son la muerte y los impuestos. Ahí está para demostrarlo el caso de Al Capone, famoso gánster que eludió todas las persecuciones policiales hasta caer, inevitablemente, en las garras del Fisco.

Nadie escapa al largo brazo de Hacienda, salvo los que tienen dinero de verdad y pueden llevárselo a paraísos fiscales o acogerse legalmente a los beneficios de una Sociedad de Inversión de Capital Variable (más conocida como SICAV).

Esto lo constató hace ya casi dos décadas el actual ministro Cristóbal Montoro, cuando era secretario de Estado de Economía. "Los ricos de verdad no pagan impuestos", afirmó entonces Montoro. Y tal vez por cargarse de razones, el jefe de Hacienda no ha dudado en beneficiar con una generosa amnistía a los millonarios con cuenta en Suiza que accedieron a repatriar a España su dinero exiliado. Justo es decir que esa discriminación positiva a favor de los ricos como Dios manda había sido practicada también por anteriores gobiernos, alguno de ellos socialdemócrata.

Consciente tal vez de esas limitaciones a la hora de sacarle la manteca a los más opulentos, Hacienda se ha lanzado ahora a la persecución del contribuyente infiel -o meramente tardío- por medio de la vieja técnica del sambenito que hace cientos de años popularizó la Inquisición.

Todavía no se ha llegado, cierto es, al extremo de pasear a los morosos en sus obligaciones fiscales cubiertos con una túnica en la que, por ejemplo, se lea: "Este contribuyente adeuda 1.200.000 euros a Hacienda, que somos todos". Más misericordioso que el Santo Oficio, el ministro Montoro se conforma con poner en la picota los nombres -ya que no las cabezas- de los pecadores que tiene en su lista. Por ahora.

stylename="070_TXT_inf_01">anxel@arrakis.es

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