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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El circo

De modo que, a medida que pasan los días y crece la merdée, es ya inevitable que el espectáculo de la "Operación Patos" recuerde a un circo. Pero no al lúdico modelo actual, sino al otro, el romano, en que los asistentes jaleaban que las fieras devorasen en la arena a los condenados -la mayor parte ni convictos ni confesos- mientras en las gradas se discutían los pormenores de la jornada, que no siempre tenían que ver con aquella carnicería.

Es posible, desde luego, que haya quien no comparta la descripción, pero un vistazo -en la medida de lo posible- desprovisto de prejuicios seguramente la corroboraría. Porque lo que hay ahora mismo en la vida pública de este país es un linchamiento de políticos y funcionarios con nombres y apellidos a los que se arroja a los leones mediáticos en clara indefensión y sin una decisión judicial previa, que de haberla tampoco sería definitiva.

Lo cierto es que, ahora mismo, personas de todo rango y condición pública y privada -varias desde hace años y sin que todavía pueda hablarse siquiera de procesados-, son objeto de aparatosa lapidación a partir de sospechas y consideraciones que, fundadas o no -que eso se verá en el juicio, si a él se llega- llevan anexa de antemano la llamada condena del telediario o sentencia mediática. Que resulta casi imposible de olvidar.

Hay más. Pese a los precedentes sobre la escasa fiabilidad de algunas de las obtenidas -el caso del exalcalde de Ferrol es paradigmático-, el circo se "anima" con transcripciones de conversaciones grabadas, filtradas sin garantía de veracidad, de forma ilegal y con aviesa intención en su gran mayoría. Y en todo caso inaceptables, descalificadas por el método de difusión.

Semejante marco no es propio de un Estado de Derecho, que entre otros principios ampara el de la presunción de inocencia. Pero no se hace algo efectivo para corregirlo, a pesar de la teoría e incluso de las aisladas condenas desde el mundo jurídico, algo que casi supone aceptación -qui tacet, dat-, y por tanto cierta complicidad, dicho solo con animus opinandi.

Todo ello, que es repetición -más angustiada aún- de lo dicho aquí en varias ocasiones y "operaciones", precisa otra reflexión. Se refiere al modelo de este caso "Patos" que abarca a casi todos los partidos y administraciones e incluso se remontaría a otros gobiernos como la Xunta bipartita. Alguien podría pensar que tan amplio espectro de sospechas busca que nadie piense en partidismo, pero si así fuere sería un grave error porque pondría en solfa a todo el sistema. Y ya está bien: lo que se necesita, y pronto, es Justicia, no justicieros.

¿Eh...?

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