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La vuelta al cole de los políticos

El curso político acaba de arrancar y los partidos no inician esta nueva etapa en el mejor estado de forma, sobre todo habida cuenta de que en apenas tres meses se celebran elecciones generales. La polémica entorno al hospital de Vigo y la crisis del sector lácteo complican el inicio del curso al PPdeG. José Ramón Gómez Besteiro regresa de las vacaciones, igual que se marchó, imputado, y mañana celebrará con sabor agridulce la victoria de hace dos años en las primarias socialistas. Y el BNG, las Mareas, Podemos, EU y Anova protagonizan una sopa de siglas, que desinfla el entusiasmo con que muchos gallegos recibieron el surgimiento de una alternativa a los políticos de siempre.

La vuelta al ruedo político se le complica a los populares con los ciudadanos protestando en la calle. Unos en defensa de una sanidad pública de calidad y otros, exigiendo soluciones para un sector, que es el garante de que el rural gallego no muera de soledad y abandono. El viernes la conselleira Rosa Quintana, quien en agosto se quejaba de que los ganaderos le "ponían una pistola en el pecho para obligarle" a "la ilegalidad" de fijar un precio mínimo para la leche, se reunía con una delegación de productores. Objetivo: ¿parar la tractorada de Lugo y la que la próxima semana puede colapsar la capital gallega para frenar la imagen de que Galicia hierve bajo las protestas o buscar soluciones a un sector menguante?

El jueves decenas de miles de personas se echaban a la calle en defensa de la sanidad pública en la primera ciudad de Galicia y denunciaban que el nuevo hospital "nace recortado, privatizado y sin recursos". Un día después, la reacción de la Xunta fue tildar de "irresponsable" la marcha y poner el acento en los promotores "políticos" de la manifestación, que insinuó engañaron a ciudadanos "de buena fe", pues Vigo será "un referente sanitario" con el nuevo hospital. El PPdeG se vuelve a equivocar. Una vez más, igual que sucedió cuando miles de vigueses tomaron en febrero de 2010 las calles para rechazar la fusión de las cajas de ahorro. Deberían recordar a Abraham Lincoln cuando decía "se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". El partido en el poder sigue ciego si interpreta la protesta de Vigo como el resultado de la manipulación política o como un ejemplo más de que los vigueses gustan de las manifestaciones. Sobrevalora a sus opositores y minusvalora a los ciudadanos de Vigo, que equivocados o no, en mayor o menor medida, creen que la gestión de la Xunta para con el nuevo hospital es deficiente. Los vecinos de Vigo buscan explicaciones, quieren despejar sus recelos, sus dudas e incluso sus temores, no asistir a otra refriega política.

A menos de tres meses de las elecciones, no es el escenario más halagüeño en que el PP llega a la cita con las urnas. En la provincia del presidente del Gobierno de España, en la provincia por la que seguramente de nuevo será cabeza de cartel la ministra de Fomento y en la ciudad donde el titular de la Xunta tiene casa, pintan bastos para los populares. Deben apaciguar la crispación si quieren sumar votantes, y no restarlos, pues en esta ocasión, ya no valdrá como excusa la gestión de Madrid para explicar el desafecto de los electores. Los populares gallegos, que acusaron a sus compañeros de Madrid de una deficiente comunicación para justificar el mal resultado del 24-M, han caído en el mismo error. No han sabido contárselo a los vigueses. El Álvaro Cunqueiro puede ser un gran hospital, pero no lo será si sus usuarios no se lo creen.

Juega, en todo caso, a favor del PPdeG que tampoco son buenos tiempos para el PSOE gallego. José Ramón Gómez Besteiro cumplirá el lunes dos años como líder y llegar al tercero es harto difícil. Su imputación por la juez Pilar de Lara ha sido un hachazo casi de muerte para el secretario xeral, pero también un golpe letal para la formación, que asustada busca sustituto, pero pasa revista a sus filas y no lo encuentra. Su fortaleza está en Vigo y poco más. Si Besteiro finalmente es desimputado, algo complicado dado el tiempo con que De Lara investiga sus casos, deberá acometer una remontada espectacular para sacudirse el desgaste sufrido, no solo por la investigación judicial en torno a su persona, si no también por la pérdida de la Diputación de Lugo, un suceso que ha resquebrajado su posición de fuerza en el seno del PSdeG.

Si se mantiene la imputación, los socialistas vivirán un calvario con el riesgo de que el partido se convierta en un gallinero. ¿Cómo afrontar con garantías unas primarias para elegir nuevo líder, con las elecciones gallegas ya encima? Tras el mal resultado de los comicios municipales, el PP aplacó la rebelión de algunos barones regionales que ya anunciaban congresos de renovación, porque había que llegar a las generales en paz y con los esfuerzos centrados en un solo objetivo: ganar. Tampoco el PSdeG puede permitirse abrir ahora el melón de su sucesión en las vísperas de la cita con las urnas. Quizá por ello aguante como un jabato Besteiro, con la esperanza además de que De Lara le dé buenas noticias y pueda retomar su ambición de pugnar por la presidencia de la Xunta.

Las horas bajas de los socialistas también pueden ser una baza para la izquierda alternativa que irrumpió el 24-M con la victoria en A Coruña, Santiago y Ferrol, pero no parece que la estén aprovechando. Las negociaciones para confluir en una Marea Gallega se alargan demasiado, y lo que trasciende es la pelea, legítima por otra parte, pero sumamente decepcionante para el elector, de quién se lleva el protagonismo y la mayor ración del pastel.

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