Vamos a ver, en Francia, a pesar de bretones, alsacianos, vascos, catalanes, loreneses, corsos, saboyanos, borgoñones, etc. ¿la soberanía no reside acaso en el pueblo francés? Pero según Oriol Junqueras, el Gobierno español será incapaz de frenar la consulta soberanista, que no tendrá lugar el 9 de noviembre de 2014, al estar el derecho a la autodeterminación reconocido por la ONU. Ahora bien, si Junqueras, o cualquier otro independentista de la ancha España, confiara en su buena razón sería lógico que se dirigiese a la organización internacional que pone por garante de los derechos del "pueblo" catalán reclamando la apertura de un proceso de descolonización e independencia de la metrópoli. Previsiblemente, llevaría un suntuoso corte de mangas por razones obvias no siendo la menos evidente la apabullante densidad histórica que le reconoce la ONU al pueblo español, reputado en todo el mundo por una singularidad inclusiva nutrida del asentado aluvión de las poblaciones que lo conforman. Para la ONU y para la UE, los catalanes no son un pueblo con derechos nacionales específicos sino una población que vive, muy bien y sin yugos, en cuatro provincias españolas. Y punto.

En época de los primeros emperadores, Roma promulgó la ley "Maritandis ordinibus" para repoblar el Imperio, cuya parte más poblada era la Hispania celtíbera, más homogénea que, verbigracia, la población galo-romana. Hoy día seguimos siendo uno de los pueblos genéticamente más homogéneos de Europa. En España, entre los vascos se da la mayor frecuencia (87%) del haplogrupo R1b del cromosoma Y (linaje patrilineal) y las menores en Andalucía Occidental (55%) y Galicia (58%) -encontrándose castellano-manchegos (72%) y andaluces orientales (72%) en posición intermedia- al tiempo que la dispersión es inferior a la de la inmensa mayoría de las naciones europeas.

Además, las pautas de comportamiento de la sociedad española son muy similares, como corresponde a un viejo pueblo que ha vivido intensamente una historia común, sea cual fuere la parte del territorio que se analice. Por ejemplo, como el resto de españoles, los catalanes juegan preferentemente al Gordo (360 millones de euros) y no a la Grossa (30 millones). Asimismo, en demografía es sorprendente la uniformidad de patrones de comportamiento. Una de las principales conclusiones del Estudio de la Fundación La Caixa "El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español" -coordinado por Gosta Esping-Andersen- es que, a diferencia de otros países europeos con baja natalidad, como Italia o Alemania, muy pocas mujeres españolas optan por no tener hijos: sólo el 13 % de las nacidas en 1965 no han tenido descendencia. Sean catalanas, gallegas o madrileñas. Y comparten la pauta de no optar por un segundo hijo. También las parejas de hecho, cualquiera que sea la región estudiada, siguen el mismo patrón en su estabilidad. Otra de las peculiaridades de España es que la baja natalidad está muy generalizada, poco importa la procedencia geográfica y social.

La unidad profunda del pueblo español resalta en la frecuencia de apellidos y su distribución geográfica. En Barcelona, los apellidos más frecuentes siguen un orden (prácticamente una ley de potencia, Pareto/Zipf) en cuya jerarquía destacan García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, así hasta treinta y cuatro apellidos antes de llegar a Ferrer, el primero genuinamente catalán/valenciano (con una frecuencia de 2,1 por cada 1.000 habitantes, muy por debajo de 24,7, frecuencia de García). En el País Vasco y Galicia existe el mismo aplastante dominio en el segundo y primer apellido salvo que en Galicia lo encabeza Rodríguez en lugar de García. Por tanto, la única realidad histórica palpable actualmente es la del pueblo español.

No obstante, las autoproclamadas víctimas periféricas del poder central cuentan desde la Transición con valedores que apoyan cualquier reclamación que alicorte la capacidad coordinadora y redistributiva del Estado. Incluso en este complicado momento hay quien anda poniéndole bienintencionados paños calientes a la subversión instando a la apertura de un nuevo proceso constituyente con visos federalistas pretextando que los militares limitaron la Constitución de 1978 en su alcance de reconocimiento del autogobierno de las nacionalidades históricas. Y yo me pregunto ¿también limitaron los militares españoles las constituciones de Portugal, Italia o Francia? Estas constituciones son menos garantistas y más limitativas que la española no por la presión de los militares de aquí sino por el buen sentido político de allí. Valga apuntar que la Constitución portuguesa estipula: (Artigo 51.º Associações e partidos políticos.4.) "Não podem constituir-se partidos que, pela sua designação ou pelos seus objectivos programáticos, tenham índole ou âmbito regional".

Debe quedar claro. El guijarro purísimo del alma española, la estrella dura de nuestra nación, su macizo íntimo, contrastan irreconciliablemente con los nacionalismos periféricos. Nosotros aglutinamos históricamente. Ellos desunen anacrónicamente. De llevarse a cabo, las reformas federalistas guiadas por el interés independentista de mayor autogobierno serían simples eslabones de la cadena con la que aherrojarían paso a paso la soberanía nacional hasta dejarnos inermes frente a la secesión consumada.

Por ello, con la vista puesta en el largo plazo, lo más razonable sería que, efectivamente, España reformase la Constitución -que es una anomalía en su entorno histórico, político y cultural- y la homologara, en cuanto a distribución de poder territorial, con las constituciones de Portugal, Francia e Italia dándole a la periferia y demás regiones españolas lo máximo que dé cualquiera de esas tres constituciones en términos de autogobierno. Toda vez que la Constitución española daría tanto como las otras reunidas nadie podría reprocharle justificadamente a España no tener una Constitución superiormente democrática ¿Acaso las de Portugal, Francia e Italia no lo son?

*Economista y matemático