Cuando la diabólica invención de la informática aún no había invadido salas de redacción ni talleres de impresión, las erratas que aparecían en los periódicos solían atribuirse a los "duendes de las linotipias". Hoy día las erratas son menos frecuentes pero el geniecillo de las linotipias sigue traviesamente haciendo de las suyas como bien sabe este escribidor que envió al periódico "Genio de Alemania" y salió impreso (9 de junio) "Genio de España" aunque en la edición digital apareciese el título pertinente.

De naturaleza distinta al de las linotipias, todas las naciones guardan en su trasfondo más profundo un genio específico, único, que si bien jaspeado por los rasgos comunes de la civilización y sedimentos de herencias culturales varias es no obstante discernible entre todos los demás. Por ejemplo, los italianos -en oposición al tecnicismo y precisión de flamencos- realizaron la síntesis que abriría la época de oro de la pintura, una de las mayores si no la mayor expresión del genio de la Humanidad. Ciertamente, esta idea es discutible pues, sin ir más lejos, Schopenhauer considera que la música adopta el papel jerárquicamente superior entre todas las creaciones del espíritu humano al ser la expresión directa de la esencia de la naturaleza, que corresponde a una voluntad ciega e impulsiva. Pero cuando observamos la génesis y proceso de creación en Leonardo da Vinci y otros grandes creadores, en general, nos percatamos que el experimento ha nacido en el terreno del arte antes que en el de la ciencia. De aquí saca Élie Faure su idea que la pintura precede a la ciencia y a todas las artes de una época y nos previene de cómo esta será.

El genio español, y hoy sí toca hablar de ello para resarcir al lector del gato por liebre del otro día, tiene como principal rasgo la autenticidad. La autenticidad es la más escasa de las cualidades. La obra maestra no se alcanza sin autenticidad, lo que explica a su vez que las obras maestras no abunden. Y no fue por casualidad, reflexionando en torno a la pintura en su "Histoire de l'art", que Élie Faure plasmase uno de los análisis más profundos que conozco respecto al genio español, al que atribuye, cuando se manifiesta, el rasgo de la autenticidad absoluta. Los españoles alcanzan las más altas, originales y deslumbrantes cotas de creación cuando son auténticos en su obra, cuando no se dejan influir miméticamente por lo foráneo. Cuando los españoles imitamos lo extranjero nuestro quehacer degenera en amaneramiento.

Ser auténticos. Ser inconfundibles. Ser españoles. Pero es que, además, España/Iberia comparte con Gran Bretaña, y con la antigua Roma, otra característica de genio nacional del que carecen Italia, Francia y Alemania. España es madre de naciones. La civilización hispánica -o la ibérica- ha alumbrado decenas de naciones y en su época sirvió de canon civilizador al resto. Los nacionalismos periféricos son, sin saberlo ellos mismos, los reflejos de la diversidad única del alma española. Durante los eventos de 1992 en The Economist vieron perfectamente las irisaciones de estas facetas: « Vivid Spain has often seemed the World in microcosm ». España, cual microcosmos en el que se reproducen varias características importantes de la humanidad, es por sí misma un ejemplo de universalidad como no existe en ninguna otra nación europea. Bajo este enfoque es inasumible, inadmisible y completamente inviable una Unión Europea liderada por Alemania y Francia, solo Gran Bretaña e Iberia podrían llevarla a buen término al ser las únicas culturas europeas dotadas de genio civilizador.

En mi anterior artículo adscribía al genio alemán las cualidades de estar impregnado de pasión, intuición, espíritu de síntesis, de fuerza, en suma, en la línea que proponía Schopenhauer, de enorme influencia, verbigracia, en Wagner. Influencia que alcanzó asimismo a varios científicos y matemáticos como al holandés Brower (todos los economistas matemáticos conocen su teorema de punto fijo) proponente de la escuela intuicionista en matemáticas frente a la formalista. Aunque Schopenhauer es autor de una obra personalísima su inspiración se nutrió abundosamente del genio español. Especialmente del moralismo, amargo y desolado, que fluye en "El Criticón", novela de Baltasar Gracián. La admiración de Schopenhauer no se detuvo ahí y llegó a traducir al alemán "Oráculo manual y arte de prudencia". Nietzsche confesó no haber leído obra europea más sutil y enrevesada en cuestiones de moral. De la mano de Schopenhauer y Nietzsche, Gracián entró en la universidad alemana donde se le estudia aún hoy con interés. Por tanto, sabedores de la influencia de Schopenhauer y Nietzsche en la formación del espíritu alemán este es heredero, en cierta medida, via Gracián, del genio español.

Goethe, con fines propagandísticos en aras de forjar la idea de nación alemana para enfrentarla a Napoleón, expuso en "Egmont" la resistencia espiritual y militar de los holandeses al Duque de Alba para que los alemanes tomaran ejemplo. Sin embargo, también en la resistencia de austriacos y alemanes contra Napoleón se observa una influencia española más directa. En el imperio austriaco se publicaron en 1809, a instancias del gobierno, una serie de proclamas españolas con vistas a sostener la propaganda contra Francia (Sammlung der Aktenstücke über die spanische Thronveränderung) En esa colección aparece un Bürger-Katechismus, que algunos llaman Catecismo de Burgos, que es en realidad la traducción al alemán del Catecismo Civil español aparecido en Sevilla. Fue también este catecismo de combate el que inspiró a Heinrich von Kleist (1777-1811) para su "Catecismo de alemanes" (Katechismus der Deutschen) adaptado a la situación alemana tomando a España como ejemplo de nación. El título completo -típicamente alemán por su brevedad- es Katechismus der Deutschen. Abgefasst nach dem Spanischen, zum Gebrauch für Kinder und Alte. In sechzehn Kapiteln cuya traducción sería "Catecismo de los alemanes. Redactado según el español, para uso de niños y mayores. En dieciséis capítulos".

Estos no son buenos tiempos para el genio de la nación española -los ojos velados por el negro paño del odio cainita, el dinero de los Judas y la traición y la imitación simiesca de todo lo extranjero- pero como dice un proverbio judeoespañol "La hora más oscura es antes del amanecer".

*Economista y matemático