Pues resulta que los españoles nos creemos más delgados y más altos de lo que somos. Ya lo veía yo llegar cuando no había manera de meterme en unos pantalones de la talla 40 pese a mi convencimiento de que andaba en la 38. Parece que es algo normal, o eso aseguran en un estudio realizado por la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación tras encuestar a 9.000 personas, que determina que hay una diferencia entre el peso y la altura que uno cree tener y los que tiene en la realidad.

Con este estudio en la mano, algunos expertos en nutrición se quejan de que esa percepción falsa dificulta los tratamientos frente al sobrepeso. Y es que, si no nos vemos gordos, difícilmente vamos a hacer algo para solucionarlo. No sé. Yo creía que ocurría lo contrario; que hay mucha gente que se ve más gorda de lo que está y de ahí, de los complejos, vienen los problemas. Pero resulta que no: estamos gordos y somos bajitos, y no lo sabemos.

Me cuesta aceptarlo. Al margen de la equivocada impresión sobre la talla de los pantalones, creo que no conozco a nadie que se vea delgado estando gordo. Pero, en cualquier caso, ¿qué más da? ¿No tenemos ya bastante con lo que tenemos en este puñetero país como para que nos minen aún más la autoestima? ¿También es malo que uno se crea un poco más alto y más delgado? Pero, ¡si es un milagro! Andamos todos por los suelos. Nos roban, nos recortan, nos ningunean, nos toman el pelo, nos pisotean...Bendito aquel que consigue levantar cabeza.

A lo mejor, si de verdad nos creyéramos más altos y más guapos y más listos dejaríamos de creer a los que nos dicen que somos los culpables de las diez plagas de Egipto. Tal vez dejaríamos de sentirnos inferiores a los altos y rubios alemanes, a los finlandeses o a los franceses, que, esos sí, miden los centímetros por palmos.

Quizá, con un buen chute de autoestima y de orgullo podríamos plantarnos de una vez y dejar de consentir tropelías y de resignarnos ante lo que tenemos encima, y es posible que exigiéramos el respeto que nos merecemos. ¿Más altos? Sí, por favor. Lo último que necesita ahora quien sea capaz de elevarse un poco y de sacar la cabeza, es que le digan que es mentira; que es más pequeño de lo que cree.

Al fin y al cabo, lo que de verdad importa es cómo nos vemos a nosotros mismos y yo, francamente, prefiero pensar que debe haber un error en la etiqueta del pantalón y sentirme segura, guapa, alta, delgada, inteligente y maravillosa. Ya, ya sé que no es verdad pero, por favor, si alguien tiene la tentación de decírmelo, que no se le ocurra. No necesitamos que nos echen más piedras encima sino un poco más de confianza y de esperanza.