En estos días estamos viendo cómo en los institutos y colegios despiden a los estudiantes que han finalizado sus respectivas etapas y encaran el futuro, bien aspirando a iniciar sus estudios universitarios, bien a intentar introducirse en el difícil mundo laboral que, en este momento, está casi imposible. A todos estos jóvenes les ha llegado el inicio de su madurez y, rondando ya la mayoría de edad en gran parte, encaran la etapa más importante de su preparación para lo que serán después durante cuatro o cinco décadas si tienen suerte de vivir hasta su jubilación.

Y , antes de meterse en el fregado de decidir la senda por donde seguir, (ya que estadísticamente está demostrado que a estas alturas todavía no saben muy bien cuál será su camino al margen de que dependerá mucho del dichoso "números clausus" que puede echar por tierra las aspiraciones más ilusionadas) han de mentalizarse de que tienen por delante cinco o seis años claves para su futuro.

Quienes opten por la ruta universitaria deberán tener muy claro que no hay ningún profesional destacado (léase notarios, jueces, abogados de éxito, almirantes o pilotos) que no tenga las pestañas de sus ojos casi quemadas por haberse pasado las noches en vela estudiando sin desmayo para conseguir, paso a paso, hacerse con los conocimientos y las experiencias que les permitieron llegar a tan alto nivel.

Los bachilleres que decidan ir por el camino de las especialidades técnicas consideradas erróneamente de menor importancia que los anteriores, han de concienciarse desde ahora mismo que cualquiera que sea la elegida, exige una preparación intensa y programada adecuadamente porque hoy en día, y en el futuro todavía más, antes de vestir un mono de trabajo en cualquier oficio o especialidad es necesario tener conocimientos y seguridad en su aplicación práctica y eso sólo se consigue con preparación y estudio para no ser un puro estorbo.

En cambio, empezar el camino pensando en el botellón frecuente en lugar del estudio permanente, es abocarse a un mundo de fracaso sobre todo ahora que estamos en una profunda crisis de la que saldremos, más tarde o más temprano, saldremos, o mejor dicho, saldrán los jóvenes de ahora que solo aprovecharán las nuevas oportunidades si son capaces de presentar un currículo de preparación adecuado y exigente con sus aspiraciones de futuro.

Ser joven, ya lo sabemos porque todos lo fuimos, es un estado especial en la vida de la persona que permite muchas cosas que pueden asombrar a uno mismo años después, con solo mirar hacia atrás. El secreto está en saber aprovechar el potencial propio, que es mucho, y estar preparado para colocarse en la línea de salida del maratón de la vida. Lo demás son cantos de sirena, perder el tiempo y la vida misma.