Mas no piensa renunciar al camino soberanista porque el PSC "vaya pensando si sube o si baja". Lo dijo este martes el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, a propósito del desmarque de los socialistas del llamado "Pacto nacional por el derecho a decidir". Es posible que estuviera acordándose de Heráclito. El de Éfeso dejó escrito: "El camino que sube y el que baja son uno y el mismo". Y la voluntad de CiU, inmarcesible e inmutable, no entiende más que de la propia senda, porque en ella ha cifrado su supervivencia política. Si acaso, prefiere las cuestas en las que el ogro español se aposta para moverle el sillín de la bicicleta. Esa resistencia, ahora que no hay un euro, es lo único que da votos. Y con torpezas como recurrir una declaración política -que no una ley- del Parlament, más todavía, porque es como si Rajoy dijera: "No hace falta que legisléis, solo con que habléis ya me molesta".

Sin embargo, Homs tiene algo de razón en lo que dice: el PSC aún no sabe si el camino soberanista sube o baja; o, más precisamente, si los socialistas catalanes deben tirar también por él. Lo primero es comprensible, porque una cosa es el envite y otra el resultado de la mano, y lo que hay sobre el tapete, de momento, es una apuesta. Más difícil de entender, en cambio, es lo segundo: se puede jugar sin saber a qué carta quedarse, pero no ignorar si se quiere entrar en la partida. Y está claro que Navarro aún no ha decidido hacia dónde quiere arrastrar las siglas que defiende. Con la escisión que tiene fraguándose a sus espaldas, unas veces entra y otras sale; pero cuando entra y Chacón le tira de las orejas por hacerlo, siempre termina saliendo.

Ocurrió este lunes, y eso que Mas se ofreció incluso a estudiar la vía federalista por la que Navarro aboga para tener tranquilo a Rubalcaba. Dijo la exministra que el PSC debía situarse "enfrente" de Mas, y no a su lado, y las "reservas" con que el líder socialista catalán había acudido a la cumbre de partidos se trocaron rápidamente en "decepción" y "preocupación". ¿Y por qué? Pues por algo que Navarro sin duda sabía antes de acudir: que CiU y ERC, el vigilante apoyo parlamentario de Mas, identifican el derecho a decidir con la independencia, prefigurando el resultado de la consulta que ambos han prometido convocar, como muy tarde, en 2014.

La pregunta es: ¿qué hacía Navarro en esa cumbre por el derecho a decidir si ya sabía que lo primordial, para CiU y ERC, es la independencia? ¿Y qué fue lo que allí se dijo que tanto le asustó? Cabe que solo asistiera para confirmar que sus temores son ciertos, que los planes para construir las llamadas "estructuras de Estado" continúan y que, además, Mas y Junqueras creen ciegamente que son la solución a la crisis. En ese caso, Navarro ya sabe que la defensa de la consulta -a la que Rubalcaba se opone, aunque el PSC la quiera legal y pactada con Madrid- debe hacerse desvinculándola del desafío soberanista. Incidiendo en este punto -consulta no es lo mismo que independencia- y también en que la crisis no cejará por que haya una Hacienda catalana, sino apostando por el crecimiento en vez de por los recortes, tal vez tenga una posibilidad de arrastrar a ICV fuera del círculo independentista con el pretexto de armar el tan traído frente de izquierdas de Cataluña. Si no, la verdad, no se entiende qué hacía en la cumbre. Salvo que fuera porque le gusta jugar a las cartas (naipes). O porque, de no mediar la carta (misiva) de Chacón, sus "reservas" no se hubieran traducido en tan grandes denuestos. Igual la ex ministra aplicó la venda antes de que hubiese herida. ¿O ya sabe que la hay?