Es un placer leer las obras de Álvaro Cunqueiro en gallego, y también en castellano. Siempre saben a pan fresco, con especias fascinantes. Es un escritor cercano a la vez que mágico, que emplea las técnicas básicas de la oralidad: cuando se lee a Cunqueiro se le escucha hablar... Y habla con las mil voces diferentes que se pueden escuchar en nuestra patria terrenal, tanto en los distintos gallegos (haberlos hailos) como en castellano.

En la entrevista que concedió a RTVE en el programa "A Fondo", en 1978 (disponible en internet), Cunquerio explicaba que se movía con más libertad escribiendo en gallego, inventando palabras y sin tener que sufrir el peso de las normas del castellano, que le encorsetaban.

Mucho han cambiado las cosas desde entonces, y yo me pregunto si ahora don Álvaro seguiría pensando lo mismo sobre qué idioma encorseta más. La línea oficial que políticos y académicos han impuesto a la lengua gallega estos últimos años resulta agobiante. Una línea que hace pensar a muchos que han hablado gallego toda su vida que ya no saben hablar gallego.

He percibido que quienes manejan la cultura oficial en Galicia (y las subvenciones para publicar) tratan de presentar falsamente a Cunqueiro como un escritor monolingüe en gallego. Me sorprendió encontrar ese planteamiento en una exposición (Fotobiografía sonora), en cuyo folleto (solo en gallego, por supuesto) se decía "a maior parte do seu corpo narrativo está traducido ao castelán".

Hace unos día asistí en O Porriño a uno de los muchos actos que se han celebrado con motivo del centenario del nacimiento del escritor mindoniense. El hijo del homenajeado, César Cunqueiro, manifestó que pensaba que una de las mejores obras de su padre era "El año del cometa", de la última época y escrita en castellano, lo que es la probable causa de su desconocimiento. La otra ponente del acto, que defendía el nacionalingüismo, reconoció en el debate que a los estudiantes gallegos solo o casi solo se les daba a leer a Cunqueiro en gallego.

Al final de sus días Cunqueiro, mente independiente y original donde las haya, ya detectó esa deriva, quejándose de que se publicaran tantos libros en gallego que adolecían de valor literario, simplemente por la necesidad de llenarlo todo de gallego, quizá como reacción al pasado cercano.

Si el viejo Cunqueiro volviera al teclado posiblemente escribiera sobre el envés del problema. Me lo imagino de nuevo, ejerciendo de periodista en Faro, donde convertía las noticias en ensayos, desarbolando al status quo nacionalingüista con un artículo titulado ¿Por qué lo llaman Cultura galega cuando quieren decir Cultura en galego?

Si diéramos voz al espíritu de Cunqueiro en este centenario, seguro que pedía libertad para que cada gallego pudiera hablar y también escribir €como siempre se ha hecho, como hizo el maestro€ en su propio gallego, sin corsés. O en castellano. Reivindico su bilingüismo, y protesto contra la uniformidad oficial de un gallego que siempre fue libre y que ahora está encorsetado.

Al final del reflejo de este sueño conmocionante el literario Druída de Britonia me inspira para que grite: ¡Mil galegos máis para unha nova primaveira! (Y lo escribo así, aunque los académicos me miren mal, porque me gusta escribir y decir primaveira).

* Profesor asociado de la Universidad de Vigo