La humanidad solo se plantea los problemas cuando existen las condiciones para resolverlos. Con esas palabras, más o menos, conjuraba Marx cualquier vértigo al vacío en su "Introducción a la crítica de la economía política". Por lo mismo, la crisis tal vez no acabe siendo tan radicalmente transformadora como se piensa, pues no se adivina recambio disponible. Es más probable que de la crisis no salga un cambio en el modelo de consumo, producción y bienestar, sino una reparación a fondo del anterior, que incluya piezas nuevas y sustitución de partes de carrocería y mecánica. Con esa chapuza tiraríamos quizás otro par de décadas, hasta que pensadores, moralistas, poetas y agitadores sociales hagan nacer lo nuevo, que llegará sin planos de montaje, ni maqueta, pero con el espacio para desarrollar su geometría. Hoy por hoy ese espacio aún no existe donde debe existir, o sea, en la conciencia.