Hace muchos años, Mariano Rubio y Luis Ángel Rojo nos invitaron a almorzar, en el "comedor de los Goya" del Banco de España (BdE), a Edmond Malinvaud y a este que aquí tenéis. Malinvaud –de él hablé en otro artículo ("Los Nobel de Economía en Vigo: relato de un encuentro singular" 17/10/2010)– era en aquel momento, además de uno de mis maestros, director del Instituto nacional de estadística de Francia y de la escuela que formaba a sus ingenieros estadísticos (INSEE-ENSAE). La conferencia previa y el almuerzo giraron en torno a cuestiones de orden técnico, y no exagero si afirmo que Malinvaud y yo quedamos impresionados por la sofisticación y eficacia –superiores a lo que teníamos en Francia– de la Inspección y el Servicio de estudios del BdE, uno de los bancos centrales más avanzados y rigurosos del mundo. Sin embargo, ni institución tan prestigiada se libraba de que el mundo de la política le dejara caer de vez en cuando a algunos elementos residuales para los que no se había encontrado mejor "golden parachute", en la jerga de las finanzas, enchufe, dicho en corto y por derecho en parla castiza.

Uno de esos elementos trasvasados de la política al Banco de España y fracasado aspirante a la Alcaldía de Vigo –trauma que debió dejarle cierto odio a nuestra ciudad por no haberlo elegido– anda últimamente muy activo opinando desde las páginas de un periódico del norte de Galicia respecto a la fusión de las caixas, con todo derecho, por supuesto, aunque algo nos advierte que actúa de parte, en plan missi dominici, a tenor del sesgo que caracteriza sus artículos. Concretamente, el 20-2-2011 escribía ("Novacaixagalicia, en peligro"): "Fuimos sorprendidos cuando ambos personajes (referencia a Gayoso y Pego en una reunión de la CECA) hicieron mutis por el foro siendo finalmente sustituidos por el señor Mauro Varela, también copresidente, (.) cuya intervención, según detalla la prensa madrileña, fue acogida calurosamente…". Innecesario comentar las malas razones que se aposentan en este texto y el desleal y violento ataque personal a la par que el almibarado compadreo partidista que rezuman tan pocas líneas. No obstante, lo que resulta imposible silenciar es el comportamiento, por otra parte notorio, de un copresidente que se parapeta tras las pancartas del BNG con el pretexto de defender NCG. Porque a una institución financiera la defienden mejor que la demagogia de las pancartas –sobre todo cuando el balance está lastrado por el ladrillo y la mora-– la seriedad, el rigor y la discreción de sus directivos.

En el trance, soy consciente que a NCG le vendría muy bien que el BdE computase en el core capital las provisiones pero, en previsión de que solo hay que plantear las batallas que se van a ganar, en un artículo en este periódico ("Reconsiderando el 10% de marras", F de V 13/02/2011) yo desaconsejaba aferrarse a pretensión tan insostenible. Contrariamente a la opinión del susodicho paracaidista pues unos días después se apresuró a escribir, con la elocuencia del benemérito ejercito de los analistas adscritos a la causa nordista ("Una conversión para justificarse ante los mercados" 18/02/2011) que deberían incluirse en el core capital las "(.) provisiones con cargo a reservas sobre quebrantos hipotéticos futuros". ¿Quebrantos hipotéticos? Por favor, un poco de seriedad; contrariamente al buen vino de Oporto los activos tóxicos no mejoran sino empeoran con el tiempo. Y tanto es así que hasta se han acordado, en cláusula resolutoria e incumplida de momento por el copresidente que va detrás de las pancartas, desinversiones de 10.000 millones de euros, fundamentalmente por cesiones de negocio, que equivale a perder músculo para ganar esqueleto. Quede claro, surge una insalvable contradicción en pretender captar inversores privados y, al mismo tiempo, darles gato por liebre en el core capital; ningún auditor, y menos extranjero, aceptará el maquillaje. Como era previsible, de momento el BdE nos da la razón en lo que habíamos escrito en este periódico y no acepta las reservas para provisiones en el capital nuclear de máxima calidad.

Y es que según insistentes y fiables rumores no es la primera vez que el BdE y el Gobierno nos dan la razón en lo que publicamos. En una trilogía en FARO -(¿Qué tipo de crisis estamos sufriendo? (I): ¿La Gran Depresión o a la japonesa? 7/03/2010; ¿Qué tipo de crisis estamos sufriendo? (II): ¿Desinflación o deflación? 08/03/2010; ¿Qué tipo de crisis estamos sufriendo? (III): Lecciones a retener 09/03/2010)- apuntamos por primera vez en España que había que ir pensando en nacionalizar parte del sistema financiero, si no quedaba más remedio, al tiempo que dábamos un diagnóstico claro de la crisis enlazándola con la de Japón en la década de los años noventa del pasado siglo. Más precisamente, decíamos que de la crisis japonesa podían extraerse algunas enseñanzas.

La primera lección es que de nada sirve jugar al avestruz; las autoridades japonesas fueron culpables por dejar a los bancos esconder la gravedad de la situación que atravesaban recurriendo durante años a artificios contables en los balances. Como el que intenta acobijar al core capital bajo las reservas para provisiones.

La segunda lección es que la velocidad de respuesta/reacción es crucial para evitar la propagación de la crisis al conjunto del sistema financiero y a la economía real. En consecuencia, no soy partidario de esperar a los plazos de implementación de ratios propugnados por Basilea III. En este punto, al menos, entiendo la urgencia del BdE y del Gobierno, toda vez que la situación del sector inmobiliario español es la peor de Europa –peor que la de GB– y que Irlanda ya reforzó el ratio de core capital con lo cual nos deja desguarnecidos ante los mercados, que, en cuestión de exigencias, siempre nivelan por arriba.

La tercera lección, la más difícil de poner en práctica, es que el activismo del banco central no lo exime de inyectar masivamente capitales públicos en el sector financiero, con nacionalización o sin ella. Solo la recompra masiva de créditos dudosos y la reestructuración del sistema bancario, con la nacionalización incluida del tercer mayor banco del mundo –casi nadie al aparato– impuesta por las autoridades japonesas puso fin al racionamiento/ sequía del crédito (credit crunch).

No nos llamemos a engaño, de la crisis general de instituciones a que asistimos, tomando apoyo bien lejano, no se libran la mitad de las cajas (ver, en FARO el excelente artículo de Luciano Rodríguez Sierra "El decretazo" 24/02/2011). El año pasado los bancos aumentaron el crédito en torno al 4% respecto al anterior mientras las cajas, en media nacional, lo reducían el 3,5%. De ahí que, teniendo en cuenta la falta de ahorro que hay en España, si queremos que el crédito fluya habrá que ir a buscar recursos fuera, medida inviable con la estructura económico–financiera actual de algunas cajas: la reestructuración en banco o parcial nacionalización se impone.

Lo saqué a colación en otra ocasión pero hoy viene más a cuento que nunca el aforismo que Keynes reactualizó tomándolo prestado a Francis Bacon: "La moneda es como el estiércol, solo es útil cuando se expande" (Money is like muck, not good except to be spread) Y es que si NCG solo sirviera para guardar nuestro dinero para eso ya tenemos los calcetines y nos sobran las pancartas.