La reina Sofía se ha sincerado con la periodista Pilar Urbano. En una serie de conversaciones que sirven de base para el libro La Reina muy de cerca habla de muchas cosas, y en alguna de ellas pisa terrenos pantanosos. Habla del matrimonio homosexual, de cuyo nombre no es partidaria, y fija posiciones contrarias al aborto, la eutanasia y a esas "familias de aluvión" -así las llama- que, como bien sabe la Reina, siempre existieron, entre la realeza y la plebe, aunque ahora no necesitan esconderse para huir del estigma.

Nadie es quien para juzgar las ideas de doña Sofía. La única cuestión discutible es si una reina debe expresarlas en público sin que eso roce la pátina de neutralidad que una institución simbólica como la monarquía debe preservar. Y no parece lo más apropiado, sobre todo cuando habla de asuntos que ya son ley en España o, lo que es peor, están aún sometidos a debate político o siendo estudiados por el Tribunal Constitucional, como es el caso de matrimonio homosexual.

Dice la Casa del Rey que son palabras inexactas vertidas en una conversación privada. Pero Pilar Urbano afirma que no fue una, sino 15 conversaciones que se realizaron sabiendo que iban a ser publicadas en un libro que, además, recibió el plácet de La Zarzuela antes de ser impreso. Así que si el jardín de lo dicho no era suficiente, el de la rectificación adquiere formas laberínticas. Porque nadie puede pensar que una mujer experimentada como Pilar Urbano arriesgue entrecomillados inexactos en temas tan sensibles y, sobre todo, porque si así fuera, la Reina se vería obligada a concretar sus opiniones para contraponerlas a las que la periodista dice que ha dicho.

Como la Reina ha dado suficientes muestras de ejemplar prudencia y de servicio a España a lo largo de tres décadas, estando siempre dónde, cuándo y cómo debía, guardémonos de quienes aprovechen esta infeliz circunstancia para lanzar una enmienda a la totalidad. También de los puristas que esgrimirán en su defensa la libertad de expresión de la ciudadana Sofía para decir lo que le venga en gana. Todos sabemos que la tiene, y tan limitada como sus derechos a frecuentar playas nudistas o cantar en karaokes nocturnos. De la misma manera, la Reina debería aprender de la experiencia y aplicar en un futuro los mismos parapetos que habría recomendado a su nuera si un día un periodista hubiera decidido escribir un libro titulado La Princesa muy de cerca. Porque a veces las ideas o las personas a las que se las confiamos nos pueden meter en un jardín.