La bolsa española ya está en sus mínimos desde enero. En la semana, el IBEX ha perdido un 4,5 por ciento y ya se acerca a un 20 por ciento de caída en lo que va de año. El pesimismo se ha adueñado de los mercados, ya que se aleja cada vez más la posibilidad de que los precios del petróleo detengan su escalada, así como que se resuelva la crisis de confianza entre bancos derivada de las hipotecas basura.

Se han producido nuevas rebajas en las valoraciones de algunas entidades financieras norteamericanas que apuntalan la idea ya expresada por algunos expertos de que la crisis de crédito no está resuelta ni de lejos. Tampoco por el lado del precio del crudo se ve un mejor panorama. La cumbre a celebrar en Arabia Saudí o el incremento de los precios en China no parecen calmar al mercado. La inflación con bajo crecimiento o estancamiento, la temida estanflación, sigue presente en la mente de todos.

De hecho, en España ya son varios los organismos o instituciones que apuestan porque el crecimiento de la economía española será en este trimestre que está a punto de terminar próximo a cero o incluso negativo. Las reacciones del Gobierno siguen siendo las mismas: negar la mayor y vender humo con medidas que no van al origen de los problemas.

La reunión con los agentes sociales fue todo un fiasco. No habrá nada hasta julio y para entonces el Parlamento estará cerrado, es decir inoperante. En definitiva, no habrá nuevas medidas para paliar la crisis hasta el otoño si es que las hay y si las hay ya veremos si son las que se necesitan.

Parece que para cuando el Gobierno quizás hable de crisis podemos estar en recesión. El retraso en admitir la realidad, que no es meramente una cuestión semántica, nos va a costar caro en términos de inflación, de crecimiento y de paro. Pero el presidente parece estar en otras cosas. Pasa de la economía, se le nota que ni sabe ni le interesa y espera como en tantas otras cosas que se produzca el milagro y por no se sabe que arte los problemas se solucionen. Mientras, las dificultades se acumulan y cada vez más ciudadanos lo pasan realmente mal para llegar a fin de mes o para confiar en mantener su empleo.