No me quieras tanto, mi amor

Acababa ayer uno las líneas de esta sección mientras oía el último disco de "Malevaje", que me mandó el vigués Antonio Barreiro (producciones Bam Bam) para que os cuente que este grupo madrileño de melodías tangueras actuará el sábado 19, en la sala A (Beiramar, 113). Hoy empiezo estas líneas oyéndolos también, con esa voz rota de su líder, Antonio Bartrina, que canta "no me quieras tanto, mi amor, quiéreme mejor". Miro hacia atrás, me sitúo casi a finales de los 80, verano, en el santanderino Palacio de la Magdalena, en un seminario de moda, y creo que allí los conocí. Bueno, no sé si decir que los conocí porque coincidimos a media noche en algún garito de moda santanderino y acabamos horas más tarde no sé en qué otro pero con esa camaradería azarosa de machirulos tangueros entrelazados por los vapores etílicos. O algo así. ¡Ah,

Memoria, cómo nos revuelves!

memoria de un reloj de pared

Sin valorarlos, tenemos a veces alrededor objetos que preservan la memoria, que tuvieron una vida anterior y que, a medida que han ido muriendo quienes los poseían, han ido pasando de mano en mano y son las únicas voces que nos quedan del pasado. Son sus ecos los que emocionan y hacen comprender el fugaz e inexorable paso del tiempo. Ayer, en mi casa materna, reparé que aquel reloj de pared sito en su comedor, marca Duacir, comprado en la joyería viguesa MM Ricaud hace unos 90 años, de campanadas cada cuarto, había sido testigo de la vida de mis abuelos desde su matrimonio, de la infancia y juventud de mi padre en aquella casa, de la última parte de su vida tras ir a parar el reloj a su casa por herencia y también parte de la vida de los nietos y bisnietos de quienes lo compraron en esos años 20 del pasado siglo. Ahí sigue, testigo mudo de del paso de la vida íntima de cuatro generaciones, marcando los cuartos como siempre y sobreviviéndolos a todos. Muchos tendréis en vuestras casas estas joyas sobre las cuales dejaron su tacto los mayores que se nos fueron y añoramos.

De pintura xuliopontiana

Antes hablamos del pintor Xulio Lago, pero también quiero hablar de un colega en ese oficio, Xulio Pontes, que tiene obra estos días en la vinoteca Cavernet de Teófilo Llorente. Ahí están obras que expuso en la Casa Museo Curros Enríquez y en la Casa del Libro. Collages con la madera como protagonista y mucho color, técnicas mixtas con acrílicos. ¿No lo recordáis pintando creativamente piedras esculpidas por la erosión que hallaba por los montes? ¿Y ese público conjunto pétreo que tiene en Camiño de san Amaro aunque algunos dejen allí orinar a sus perros?

Miguel, Bosé y María

Os lo recomiendo a quienes os gusten las canciones de Dylan o Pink Floyd, las de Police o de Edit Piaf, o a los que os gusten los coqueteos con el jazz y la bossa nova. Hoy vuelven Miguel, Bosé y María (o Miguel del Río, José Pérez "Bosé" y María Costas) al pub Bublé (Heraclio Botana, junto a la UGT), con esa voz culta de ella y las 2 guitarras acústicas. Y a las 10, para que volváis a casa pronto.

Del Xulio Lago actor al Xulio Lago pintor

Mira que es chulapón, como su padre. Veo a este Xulio Lago, pintor cuya obra podéis ver estos días en el Club Financiero, y veo la misma estampa de su padre, el vigués Xulio Lago, actor, premiado director de Teatro do Atlántico, al que ya conocimos como promotor del grupo teatral vigués Esperpento, allá por los 70. Ese gen artístico lo heredó el hijo, el Julio Lago que veis en la foto, que vive y tiene estudio en Moaña y que concilia pintura con escultura, música...