El veterano político alemán Wolfgang Schäuble, considerado el más duro defensor de las exigencias germanas de austeridad a los países en dificultades durante la crisis del euro, abandonará su cargo como ministro de Finanzas para presidir el Bundestag. La salida de Schäuble se integra en los movimientos que está comenzando a hacer la canciller, Angela Merkel, para conformar la por ahora muy difícil coalición de Gobierno con los liberales del FPD y con Los Verdes.

Los liberales, que se convirtieron en extraparlamentarios tras su coalición de Gobierno con Merkel (2009-2013), aspiran a que su líder, Christian Lindner, ocupe la cartera de Finanzas para asegurarse que las políticas fiscales y económicas que han prometido a sus electores se llevan a la práctica. Según la tradición política alemana, el mayor de los partidos que forme coalición con Merkel tendrá derecho a elegir una cartera.

En las elecciones del pasado domingo el FPD remontó hasta el 10,7%, mientras que Los Verdes se quedaron en un 8,9%. La remontada liberal se produjo, entre otras cosas, gracias a sus promesas de rebajas fiscales, posibles tras estar las cuentas públicas en su cuarto año consecutivo de superávit. "La única manera de mirar de tú a tú a Merkel es con el ministerio de Finanzas", ha repetido en diversas entrevistas Lindner, quien considera que el gran error de los liberales en 2009 fue elegir la cartera de Asuntos Exteriores.

Schäuble, de 75 años, es una figura clave de la política alemana. Fue uno de los arquitectos de la reunificación y sirvió como jefe de gabinete del canciller Helmut Kohl. Ha ocupado distintos ministerios durante los últimos 12 años y, desde 2009, como responsable de Finanzas, cobró notoriedad internacional por su papel en el mantenimiento de la ortodoxia durante la crisis financiera de 2008 y la crisis del euro de 2010.

De modo complementario a lo anterior se estima que colocando al curtido Schauble al frente de la cámara baja del Parlamento, Merkel se asegura que un hombre de carácter mantendrá a raya a los ultras de la AfD, que se han convertido en la tercera fuerza parlamentaria tras las elecciones legislativas del pasado domingo.

Entre tanto, y tras la pérdida 8,6 puntos por Merkel en las elecciones, han comenzado las primeras críticas serias a la canciller en el interior de su partido, la democristiana CDU. Los enemigos de Merkel consideran que su vida política comienza a estar amortizada y, en consecuencia, reclaman que, como primer paso, renuncie a la presidencia del partido para, de ese modo, permitir que los democristianos vayan preparando el relevo.